En Cali, en tanto artefacto, casi todo se improvisa, incluyendo las obras públicas (y muchas privadas también), además de programas, contratos y nombramientos, debido a la ignorancia de todo lo relativo a lo urbano, paisajístico y arquitectónico, como ante todo a la corrupción presente a todos los niveles, de una u otra manera, y que incluye a mayor o menor grado a casi todos sus habitantes; y hay que repetir que el problema es que el engaño es consustancial a los seres humanos (Miguel Catalán: Antropología de la mentira, 2014) y que: “La mentira es una de las grandes amenazas de la democracia en el siglo XXI” (Alison Gopnik, citada por Marta García Aller, Lo imprevisible, 2020).
La corrupción de muchos funcionarios en las organizaciones públicas, que los lleva a la indebida o ilícita utilización de sus funciones respectivas en su provecho personal (DLE), eleva el costo de las obras públicas, o que se realicen aunque no sean necesarias; o programas no oportunos o desenfocados. Hay que impedir que continúen los nombramientos y contratos a dedo, en este último caso en contra de la ley, y que siempre lo sean todos por convocatorias y concursos públicos, cuyos jurados incluyan representantes de los gremios, las universidades y organizaciones de servicio público sin ánimo de lucro, y no apenas los funcionarios en ejercicio indicados en cada caso.La ignorancia, en tanto la disponibilidad de los conocimientos indispensables y la cultura al respecto para resolver cada caso (DLE), lleva a que dichos programas sean mal concebidos y que muchas obras públicas sean mal concebidas, mal diseñadas, mal construidas y mal conservadas, además de ser más costosas; las que con frecuencia suelen ser abandonadas o que ni siquiera son iniciadas. Hay que exigir que los funcionarios y contratistas del Municipio cuenten con los conocimientos, experiencias y publicaciones al respecto, imprescindibles en cada uno de sus temas específicos de responsabilidad, y no solamente con los diplomas de sus estudios universitarios.
La improvisación de esos programas y obras publicas, es decir que son iniciados sin los estudios ni la preparación técnica que demandan (DLE), además con corrupción de por medio, resulta ser entonces ineludible, llevando a una ciudad improvisada y cada vez más caótica. Hay que, por eso, exigir planes parciales en cada aspecto, pero que no se obstaculicen entre ellos, en tanto: infraestructura de servicios de energía, gas, agua, alcantarillado y basuras; sistema vial para bicicletas, automóviles y transporte público; y equipamiento urbano educativo, cultural, de salud, deportivo y recreativo, a partir de un plan general para la ciudad y su área metropolitana a largo plazo.
Corrupción, ignorancia e improvisación cada vez más recurrentes en Cali en sus programas y obras públicas, los que constituyen una ineficiente y costosa realidad destruyendo el pasado de la ciudad y comprometiendo su futuro a través de un vergonzoso presente. Hay que lograr que los habitantes de Cali, que son cada vez más conscientes de su corrupción y desorden, lo sean igualmente de la ignorancia de muchos, funcionarios y ciudadanos, en lo concerniente a las ciudades en tanto artefactos construidos con ciertas técnicas con el fin de que allí vivan mejor sus habitantes (DLE), y que por lo tanto también deben ser ciudades imaginadas artísticamente a partir de sus paisajes.
El caso es que lo que verdaderamente ocurre en Cali, es que las obras públicas suelen ser ilusorias en lugar de prácticas y los programas fantásticos y no efectivos; y en muchos de los casos de ambos temas, ni lo uno ni lo otro (DLE). Vergonzosa realidad a la que no poco contribuyen los que cómodamente se abstienen de votar, y que ni siquiera votan en blanco, voto que sí constituye una clara protesta contra los politiqueros corruptos, que no políticos, que proliferan en la ciudad, logrando, ahí sí, que entonces las cosas sigan igual (como usan alegar los que se abstienen de votar) es decir, que a la corrupción se continúe sumando la ignorancia que lleva a la improvisación… como lo es no votar.
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