Por supuesto en toda casa, buena o mala, inevitablemente hay momentos de aflicción, desánimo, desilusión o depresión, esos estados afectivos del ánimo, pero la tristeza propiamente dicha se suele producir inconscientemente en una mala casa debido a su poca sustancia, importancia o valor; o a veces incluso solo con verla, mientras que la alegría es lo que diferencia una casa buena de una mala, colaborando a paliar dichos inoportunos momentos. Melancolía que hace que quienes la padecen en casa no encuentren gusto ni diversión en casi nada, por lo que una buena casa debe proporcionarlos, como uno de los propósitos de una mejor arquitectura para las casas. Alegría que en una buena casa es facilitada por la diversidad y cantidad de sus espacios, y de las actividades que se pueda realizar allí, las que no deben ser obligatoriamente las mismas siempre; por ejemplo, se puede comer en la cocina y cocinar en el comedor. Afuer...