Lo del “Hijo del ejecutivo”, que nos recordó el lunes Germán Patiño, lleva a pensar que los presidentes no deberían tener hijos, tal como dice Diego Martínez, o al menos mandarlos a estudiar afuera, como decidió Alberto Lleras, y a que a los dos avispados de Uribe habría que agregar compadres de gobernadores y hermanos de alcaldes. Además la moral y obligaciones que rigen la conducta humana, según define ética el DRAE, si que tiene que ver con la privatización de la tierra urbana después de la Independencia, pero nadie lo menciona. La renta diferencial del suelo, de la que se ocupo Marx, se volvió en este país narcotizado un gran negocio abusivo y clientelista, que a mala hora definió el costoso crecimiento desordenado y en extensión de nuestras ciudades, que todos sufragamos para beneficio de unos pocos. Pero a muchos de los que pagan impuestos no les importa, o nos vamos al otro extremo y no queremos contribuir para obras que son indispensables y que lo que hay que hacer ...