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30 años después. 05.07.2001


Desafortunadamente para Cali en las últimas tres décadas se ignoro que las construcciones que conforman las calles deben ser sencillas al contrario de los monumentos que deben ser significativos, emocionantes y evocadores. Muchos de estos, que lo eran aquí, se eliminaron para "modernizar" la imagen de la ciudad para los Juegos Panamericanos de 1971, y posteriormente simples edificios que solo conformaban calles se diseñaron como si fueran monumentos. La Cali premoderna fue asolada y de paso se arraso su entorno natural. Esta destrucción de su patrimonio urbano, arquitectónico y ambiental no solo es explicable por la codicia y la corrupción sino igualmente por la ignorancia y la falsa ambición.
          Cali desperdicio los Juegos para transformarse sin necesidad de acabar con su patrimonio y su memoria colectiva. Por lo contrario, se arrasó con buena parte de su centro histórico para ampliaciones viales que hubieran podido ir por otras partes no urbanizadas aún, y se demolieron casi todos sus edificios representativos sin otra necesidad que la "modernización" de su imagen, la que contó con la colaboración ingenua y supuestamente técnica de los arquitectos y de la que se aprovecharon de inmediato los especuladores urbanos. Fue el principio del fin de su viejo casco tradicional y no el inicio de la nueva ciudad moderna que se ambicionaba. La Cali que quisiéramos ya no podrá tener la belleza de la ciudad tradicional que fue pero tampoco podrá ser la Brasilia que se quiso que fuera o simplemente se dijo que iba ha ser. Sin embargo, a pesar de los constantes intentos de "modernización", la ciudad tradicional insiste en permanecer, aquí y en todas partes, pues su tradición es antigua y potente.
          Darle una nueva imagen a Cali no es imposible. Se la debe monumentalizar y embellecer (y por supuesto aquí esta el enorme peligro: ¿que es embellecer y monumentalizar una ciudad?) sin perder de vista el valor del extraordinario paisaje natural en el que está asentada: los cerros, los ríos, la vegetación, el clima, que forman parte de la cultura lúdica del Valle, y considerando todos los extensos y nuevos barrios que aún no son ciudad. Solo así volverá ha ser la ciudad digna que fue a mediados del siglo XX aunque necesariamente ya no pueda ni deba ser como lo fue. Y aquí está la pregunta que se debe formular: ¿por que es digna una ciudad y como? La respuesta, por supuesto, tiene que ver más con la realidad de la vida cotidiana y las tradiciones, que con gustos y modas de penúltima hora.
          Además de los nuevos edificios y espacios públicos que se precisan, la vivienda, sobre todo la "mínima", debe ser compensada con espacios urbanos de calidad para la convivencia y la recreación. Además de plazas y parques y verdaderas avenidas, hay que recuperar las calles para la gente, pues son el espacio público fundamental de una ciudad, principiando por el Centro que es el sector más amenazado por los carros y el mas destruido. A pesar de que aún se denigre de el sigue siendo todavía la parte más alegre, divertida, animada, concurrida y hasta bonita, de Cali aún cuando lo sea a pedazos, además de ser la única que es de todos y para todos.
          Por más que parezca simple, lo esencial es ampliar, arborizar, regularizar y liberar los andenes; ponerles pisos sencillos, claros y neutros para que disminuir la atroz contaminación visual en que se han convertido muchas calles, y semaforisarlos dándole prioridad a la gente sobre los carros. También es preciso cambiar la reglamentación existente, más pensada para que su ambigüedad permita su libre interpretación, lo que ha generando corrupción en lugar de ciudad, y enderezarla hacia reglas pocas, sencillas y radicales que conduzcan, por ejemplo, a hacer paramentos continuos, sin voladizos de lado a lado, que empaten con lo existente y tengan alturas uniformes por sectores. Cali debe reconstruirse en las próximas décadas a partir de valorar su espacio publico pues este la estructura y le da forma, sentido y significado. Es el espacio de todos: del placer, la democracia y la civilización. Sin el no hay paz.

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