"El cielo -escribía Jorge Isaacs
en María , hace siglo y medio- tenía un tinte azul pálido, hacia el oriente y
sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban
algunas nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina,
esparcidas por un aliento amoroso […] Las garzas abandonaban sus dormideros,
formando en su vuelo líneas ondulantes que plateaba el alba, como cintas
abandonadas al capricho del viento. Bandadas de loros se levantaban de los
guaduales para dirigirse a los maizales vecinos, y el diostedé saludaba el día,
con su triste canto, desde el corazón de la selva." Isaacs describió
también su luz: "Una tarde, tarde como las de mi país, engalanada con
nubes de color de violeta y lampos de oro pálido..." o: "La luna, que
acababa de elevarse llena y grande bajo un cielo profundo sobre las crestas
altísimas de los montes, iluminaba las faldas selvosas blanqueadas a trechos
por las copas de los yarumos, argentando las espumas de los torrentes y
difundiendo su claridad melancólica hasta el fondo del valle. Las plantas
exhalaban sus más suaves y misteriosos aromas. El silencio, interrumpido
solamente por el rumor del río, era más grato que nunca a mi alma."
Más tarde, Luciano Rivera y Garrido, en Impresiones y
Recuerdos dice cómo "La fisonomía
natural de la comarca que atravesaban los viajeros es de lo más agreste y
solitario que puede imaginarse, si bien de un aspecto majestuoso por los
grandes y selváticos rasgos que la caracterizan. Elevados bosques donde los burilicos
y chambimbes alternan con espinos, higuerones, palabobos, totocales, y otros
gigantes del reino vegetal, al pie de los cuales, y agrupados en confuso enmarañamiento,
crecen las zarzas, los juncos, las cañas bravas y los arrayanes, cubren una
inmensa extensión del territorio entre las márgenes orientales del río Cauca y
las llanuras centrales del Valle."
En
1927, Cornelio Hispano, en En el País de los Dioses, hizo una descripción que se mantenía vigente
hasta mediados del siglo pasado: "Es un valle de oro y de esmeralda, de
vegas alfombradas de grama, cercado en las lejanías por las copas de añosos
guaduales y burilicos, y más lejos aún por las azules cordilleras cuyas
altísimas crestas se iluminan por las noches con los fulgores de las tormentas
del Pacífico; valle ligeramente inclinado de oriente a occidente, extendido al
pie de risueños montes y colinas […] y regado por ríos diáfanos y rumorosos
que corren entre peñascos aterciopelados de musgos, orlados de iracales y
enredaderas y sombreados por guásimos y chiminangos, cuyos nombres son tan
antiguos y vernáculos como la madre tierra que bañan y fecundan […] sobre
cuyas ondas apacibles se ven pasar helechos, flores purpúreas de cachimbo y
venturosas."
El
paisaje del valle del Alto Cauca es característico: el sol cruza de una cordillera
a otra y se aprecian bellos atardeceres desde la margen oriental del río, especialmente,
desde el piedemonte de la cordillera Central; mientras que en la margen occidental,
especialmente en Cali, la luz al atardecer se tiñe brevemente de dorado seguido
a veces por un intenso azul. Generalmente inmersas en las nubes, se pueden
apreciar las dos cordilleras: la Central, alta y abrupta y, con sus
impresionantes Farallones de Cali, la Occidental, más baja, desde cuyo
piedemonte, al norte del valle, se ve el lento fluir del río a su lado. Pero,
en su parte sur, el valle es como una inmensa planicie sin fin. Pampa la
llamaba Isaacs. La exuberante vegetación es sin embargo matizada; la calina es
frecuente y el ambiente reverberante en los días de mucho sol.
Este
paisaje ha sufrido notables variaciones en los últimos 50 años: en el
"plan" los numerosos bosques y guaduales, separados por amplios
llanos, poco a poco han sido sustituidos, unos y otros, por sosas
"suertes" de caña de azúcar. En los pidemontes, sus numerosas
quebradas generalmente están secas en el verano y en el invierno sucias. Los
feos suburbios de Cali invaden la planicie. Las carreteras se convierten en
largas y feas calles. Cada vez es menos la belleza vallecaucana. Solo va
quedando sola la nostalgia de su recuerdo.
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