Muy bien que se desaloje el espacio
público y que lo estén haciendo en las vías del Rió Cali pues son, con el
Centro, lo mas importante de la ciudad. Pero que mal que hayan principiado por
donde no han debido ni siquiera terminar. Muy bien que se hagan las cosas pero
preocupante que no se sepa para qué ni cómo, ni se las priorice. Esta falta de
rigor y conocimientos pero sobre todo de sentido común, cuando no puro
facilismo, lleva a que se tengan que rectificar buenas medidas provocando
lecturas equívocas sobre el manejo de la ciudad.
Las empanadas del
obelisco son una tradición caleña de mas de 50 años. Una ciudad necesita
vitalmente sus tradiciones y la mayoría se dan en el espacio público. Tenemos
que aprender a respetarlas así las circunstancias hayan cambiado y ya no se les
hubiera permitido ni comenzar. Hasta mediados del siglo XX atravesaban Madrid
dos veces al año ovejas y pastores por la Calle de Alcalá, una costumbre que
venía de siglos atrás, hasta que ya fue imposible. En muchas partes del mundo
es una práctica de muchos años permitir que algunos cafés se tomen una parte
delimitada de los andenes pagando un derecho. Pero aquí, en lugar de resolver
el problema del cruce de los meseros y el mal estacionamiento de los carros,
acabamos con la vuelta del beso alrededor del obelisco y después con el
obelisco mismo, rellenamos el Charco del Burro y ahora la emprendemos contra
las empanadas.
Han debido comenzar
por los andenes que abusivamente el Hotel Obelisco, el Intercontinental y la
Clínica de los Remedios le han arrebatado a la ciudad para hacer
estacionamientos “exclusivos” o instalar sus cafeterías, las que encierran con
repelentes materas. Son los mas notorios pero por supuesto hay muchos más, como
la auto invasión reciente de la plazuela de la Cámara de Comercio de Cali. Ya
se había eliminado el estacionamiento de La Tertulia (que al menos no era
“exclusivo”), entonces ¿porque no siguieron con los de los hoteles mencionados
que están en el mismo costado y a continuación?
Pensar que los
andenes son solo para circular es una de esas simplificaciones del urbanismo
moderno que tanto daño nos ha hecho. Son también para que la gente se mire y se
encuentre y para otras actividades ciudadanas; por eso es que tienen que ser
anchos, vacíos y llanos lo cual además les da seguridad. No se trata de quitar
los carros por que sí sino de constituir andenes por donde se pueda caminar
libre y agradablemente y también de reglamentar las actividades que los alegran
y vuelven significativos y democráticos. Cómo, donde, cuándo y para qué se
pueden usar.
En el obelisco hay
que quitar los carros y materas de enfrente del hotel pero dejar la venta de
empanadas; poner un semáforo para que los meseros puedan pasar sin causar
problemas ni arriesgarse (su paso por la avenida, como el de la ovejas por
Madrid, es parte de la tradición y no un chiste), pero sobre todo para que los
peatones también lo puedan hacer sin tener que ir hasta un semáforo que está a
varias cuadras; organizar y limitar el parqueo de los carros para que no
invadan la avenida ni molesten a los que comen; no permitir construcciones y
obligar a dejar el sitio limpio y sin mesas, sillas y sombrillas cuando no esté
en uso. Muy fácil, como se comprueba en tantas partes, pero muy difícil aquí
por nuestro extraño talante.
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