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Bien pero mal. 10.04.2003


Muy bien que se desaloje el espacio público y que lo estén haciendo en las vías del Rió Cali pues son, con el Centro, lo mas importante de la ciudad. Pero que mal que hayan principiado por donde no han debido ni siquiera terminar. Muy bien que se hagan las cosas pero preocupante que no se sepa para qué ni cómo, ni se las priorice. Esta falta de rigor y conocimientos pero sobre todo de sentido común, cuando no puro facilismo, lleva a que se tengan que rectificar buenas medidas provocando lecturas equívocas sobre el manejo de la ciudad.
Las empanadas del obelisco son una tradición caleña de mas de 50 años. Una ciudad necesita vitalmente sus tradiciones y la mayoría se dan en el espacio público. Tenemos que aprender a respetarlas así las circunstancias hayan cambiado y ya no se les hubiera permitido ni comenzar. Hasta mediados del siglo XX atravesaban Madrid dos veces al año ovejas y pastores por la Calle de Alcalá, una costumbre que venía de siglos atrás, hasta que ya fue imposible. En muchas partes del mundo es una práctica de muchos años permitir que algunos cafés se tomen una parte delimitada de los andenes pagando un derecho. Pero aquí, en lugar de resolver el problema del cruce de los meseros y el mal estacionamiento de los carros, acabamos con la vuelta del beso alrededor del obelisco y después con el obelisco mismo, rellenamos el Charco del Burro y ahora la emprendemos contra las empanadas.
Han debido comenzar por los andenes que abusivamente el Hotel Obelisco, el Intercontinental y la Clínica de los Remedios le han arrebatado a la ciudad para hacer estacionamientos “exclusivos” o instalar sus cafeterías, las que encierran con repelentes materas. Son los mas notorios pero por supuesto hay muchos más, como la auto invasión reciente de la plazuela de la Cámara de Comercio de Cali. Ya se había eliminado el estacionamiento de La Tertulia (que al menos no era “exclusivo”), entonces ¿porque no siguieron con los de los hoteles mencionados que están en el mismo costado y a continuación?
Pensar que los andenes son solo para circular es una de esas simplificaciones del urbanismo moderno que tanto daño nos ha hecho. Son también para que la gente se mire y se encuentre y para otras actividades ciudadanas; por eso es que tienen que ser anchos, vacíos y llanos lo cual además les da seguridad. No se trata de quitar los carros por que sí sino de constituir andenes por donde se pueda caminar libre y agradablemente y también de reglamentar las actividades que los alegran y vuelven significativos y democráticos. Cómo, donde, cuándo y para qué se pueden usar.
En el obelisco hay que quitar los carros y materas de enfrente del hotel pero dejar la venta de empanadas; poner un semáforo para que los meseros puedan pasar sin causar problemas ni arriesgarse (su paso por la avenida, como el de la ovejas por Madrid, es parte de la tradición y no un chiste), pero sobre todo para que los peatones también lo puedan hacer sin tener que ir hasta un semáforo que está a varias cuadras; organizar y limitar el parqueo de los carros para que no invadan la avenida ni molesten a los que comen; no permitir construcciones y obligar a dejar el sitio limpio y sin mesas, sillas y sombrillas cuando no esté en uso. Muy fácil, como se comprueba en tantas partes, pero muy difícil aquí por nuestro extraño talante.


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