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Cali la bobita. 06.12.2001


En esta ciudad, como proponía Simon, se suelen abrir huecos para tapar otros huecos; como ahora, cuando las autoridades prefirieron tapar los de las calles en lugar de invertir en la enorme tronera del transporte masivo. Sin embargo arreglar las calles es de lejos preferible a la improvisación con olor de negociado de los buses articulados. La propuesta daba risa; primero, y después rabia, pues se trata del dinero de los contribuyentes y de la calidad de vida de los ciudadanos. Al menos se salvó, por ahora, el tren ligero; sigue siendo una ilusión.
          Lo de ligero es que inicialmente tendría solo tres vagones, como en Medellín, en lugar de seis o nueve, como en otras partes. No sólo sería económico de construir y ampliar, comparado con los subterráneos, y aún los elevados, sino que sería muy agradable circular a nivel en medio de una zona verde y en este clima maravilloso (que los caleños no aprecian como debieran. Y esto, a lo que no se le ha dado ninguna importancia) la tiene en grado sumo. Lo que más le aporta un sistema de transporte masivo a una ciudad subdesarrollada, como lo es Cali ostensiblemente, no es sólo el transporte mismo sino la "civilización" que imprime a sus ciudadanos. Se puede ver en Ciudad de México, en Caracas y en Medellín, y en Bogotá en donde el Transmilenio es un verdadero sistema que recorre gran parte de la ciudad (y ya será ampliado), y no sólo unas calles como la ridiculez que nos querían vender para Cali.
          El parque serviría, de contera, para paliar la tan cacareada falta de espacios verdes de la ciudad, pues, precisamente, los tiene en sus narices sólo que no se los adecua como tales. Además aislaría de su ruido a los edificios vecinos que no se verían tampoco afectados por la concentración de peatones en las estaciones principales del tren. Los que circulan por túneles son deprimentes cuando se usan todos los días y los elevados acaban con la posibilidad de una vida aceptable en los edificios, cuando pasan muy cerca, y deterioran de inmediato el espacio urbano debajo de ellos, como se puede ver en Medellín o aquí no más bajo cualquier puente.
          En ninguna ciudad del tamaño de Cali, existe, que se sepa, la posibilidad de un sistema de transporte masivo justo por su mitad sin necesidad de demoler, ni comprar, ni afectar nada, ni realizar excavaciones ni puentes, y que sea fácilmente ampliable y además la comunique directamente con las poblaciones más cercanas sin necesidad de transbordos. Naturalmente esto implicaría la planificación de toda esta nueva área metropolitana a partir de esta espina dorsal, existente pero sin desarrollar, que es el corredor férreo, paralelo a la cordillera y al Río Cali.
          Al tiempo que se construyera se podrían reducir los carriles de las vías Norte-Sur de la ciudad para hacer mas lenta la circulación de buses en ellas e inducirlos a abastecer el tren con rutas Este-Oeste, complementándolo, haciéndoles difícil competir con el mismo, como está sucediendo en Medellín y Bogotá, al punto de que el primero ya está en serios apuros económicos. Y, sobre todo, reducir las calzadas para poder ampliar considerablemente sus andenes, pues una de las cosas que hacen civilizadores los metros en nuestras ciudades es que liberan espacios públicos para la gente, como se hizo ejemplarmente en Caracas.
          Ninguno sistema sería mas fácil de usar. Al Norte, dirección Yumbo; y, al Sur, dirección Jamundí, y todo a la vista. Ni siquiera el de París, que como repetía Luis Caballero, era pensado para que lo pudieran usar idiotas. Idiotas nosotros en Cali que después de haberle botado tanta corriente y gastado tanto dinero en tantos puentes para que pasaran por encima del tren, estuvimos apunto de botar todo este esfuerzo a la caneca. Mejor, mucho mejor, que por ahora se tapen los huecos de las calles. Ya vendrán otras autoridades con autoridad y visión y cultura urbanas. Cali las necesita para que, entre otras cosas, vuelva a ser Cali la bonita.


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