Con preocupante
frecuencia dicen que Cali es bonita; incluso que es muy bonita. Pero en
realidad es fea, bastante fea; además de ruidosa, desordenada, sucia e
insegura. Sólo se salvan algunos de sus lugares y edificios. Hace medio siglo
sí era bonita, como se ve en las fotos de Alberto Lenis. Pero no es seguro que
lo fuera cuando comenzó a convertirse en ciudad a principios del siglo XX; sin
embargo a mediados del XIX posiblemente fue una bella aldea como lo muestran los
grabados de esa época. Lo que siempre tuvo, antes de ser fundada y, menos aun,
construida, son sus maravillosos clima y paisaje, aunque sólo queden el Río
Cali y los cerros. Son una maravilla; pero muy pocos, y es muy preocupante, se
dan cuenta.
El clima de Cali es fascinante; muy especial según
Victor Olgyay, autoridad internacional en el tema, que lo estudió a fondo
cuando fue profesor de la Universidad del Valle. La duración del día cambia
poco a lo largo del año, por lo que se mantiene una temperatura promedio entre
22 y 26º C; el verano lo es por que hay mas días soleados seguidos; y el
invierno cualquier mes que llueve más. Tres veces, casi todos los días, su
temperatura pasa por lo que se conoce como zona de confort; se puede estar
desnudo (cosa que afortunadamente aprovechan las caleñas) y sólo a la madrugada
se enfría un poco el ambiente. La temperatura sólo se hace incomoda cuando
coincide con mucha humedad, el bochorno que llaman, pero se puede controlar
fácilmente con ventilaciones cruzadas o con un ventilador y, por supuesto, con
esa maravilla que es la siesta. Si se sufre calor es debido a la torpeza de la
vulgarización de la arquitectura moderna en la ciudad, que deja de lado clima,
paisajes y tradiciones, ignorando la colonial y la de la excelente arquitectura
moderna local de mediados del siglo pasado.
Cali, entre los 900 y los 1000 metros sobre el nivel del
mar, tiene una topografía plana y una de ladera. La parte alta rodea las Tres
Cruces o está a los pies de Cristo Rey, por lo que la presencia de estos cerros
es inevitable, y la baja los mira con la cordillera y el bello atardecer detrás
a lo lejos. La vegetación en este clima cálido y húmedo es exuberante y
variada, pero se ha arrasado con ella. Se ha hablado mucho de los cerros pero
nadie parece mirarlos. Durante el último medio siglo los tapamos con
innecesarios edificios altos y horrendas culatas que se "cubren" con
propagandas mentirosas. Jamás se diseñaron avenidas que los tuvieran como
remate y la Calle Quinta se lo encuentra de frente por puro accidente; pero que
maravilla de vista. Por supuesto están los morros de Rio de Janeiro, y Caracas
tiene su Monte del Avila, pero no son muchas las ciudades alrededor de un cerro
tan majestuoso como el de las Tres Cruces... si se lo mira bien, es decir con
la vegetación que ya no tiene y sin las antenas.
Del
Río Cali se han dicho muchas bobadas, principiando por los citados versos de
Eduardo Carranza, que se le perdonan pues eran de amor. Las ciudades comenzaron
junto al Tigris, el Eufrates y el Nilo y no son pocas las que tienen río;
rodeadas por él, como Toledo, o separadas por él, como Budapest, Londres o
Praga, o como Nueva York, que integra varias ciudades separadas por dos ríos,
mientras que a París la juntan sus muchos y bellos puentes. Orleans, Blois y
Amboise están al lado del Loira y Córdoba y Sevilla del Guadalquivir; Lisboa
del Tajo y Mompox y Barranquilla del Magdalena. Pero no abundan las que son
cruzadas por un río: Florencia, Roma, entre otras...y Cali, única en el país
con su bellísimo río de aguas aunque escasas correntosas que se escurren entre
piedras bajando por arboladas riberas. Pero todas las iniciativas para
"recuperarlo" lo dañan aun más. Cali nunca fue un sueño y ya casi no
tiene río.
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