Sin duda el transporte público es
crucial para Cali. Y, desde luego, con el tren ligero sería necesario que los
buses y busetas cambien sus rutas actuales para alimentarlo, lo que implicaría
uno o dos transbordos y meterse con el poderoso y poco imaginativo gremio de
los transportadores.
Pero, ¿será la
solución una versión empobrecida e improvisada a última hora del TransMilenio
de Bogotá? ¿Qué se pretendía llamándolo igual cuando lo único que
–desafortunadamente- tienen en común son los buses de plataforma alta y los
aparatosos paraderos elevados 90 centímetros sobre las calles? ¿Es correcto
decir que es un “sistema” cuando no involucra a las otras tecnologías de
transporte con que cuenta la ciudad, ni mucho menos a los peatones? ¿Es
progreso una tecnología obsoleta cuando en todas partes se están usando buses
de plataforma baja, a menos de 20 centímetros del anden, y que funcionan con
gas o tienen filtro catalizador? ¿De verdad creen que van a sacar de
circulación los mas de 1000 camiones disfrazados de buses que prestan servicio
en la ciudad? ¿Creen, en serio, que convocando a un concurso público para su
diseño, aparecerá más espacio urbano de donde no lo hay? ¿Juran que no les va a
pasar nada a los samanes de la Quinta? ¿Por donde piensan meter el transito que
será desplazado? ¿Podemos esperar que el Gobierno Central cumpla sus promesas
si ya las esta incumpliendo con Bogotá?
En lugar de cuatro
carriles, los buses articulados solo contaran aquí con dos, y bahías de parada
en las estaciones. Los buses expresos, si los hay, tendrán que ir detrás de los
locales y no como “saetas”, y si alguno se daña, los otros tendrán que pasarse
a los carriles de los carros; si en Bogotá ya ha habido accidentes con cuatro
carriles exclusivos para ellos ¿como será si tienen que compartirlos? Pero lo
mas grave es que no quedara espacio suficiente para ampliar significativamente
los andenes, especialmente en el centro que es donde mas se necesita. Las
buenas intenciones de Metro Cali de hacerle mas y mejor espacio urbano público
a Cali, no pasan de ser un canto a la bandera, como lo fue llamar Transmilenio
(sin ni siquiera con la M) a un sistema que no pasa de ser su muy pobre remedo.
Cantos a la bandera que junto con los datos generales sobre las bondades e
intenciones del proyecto es lo único que, sin comprobar ni criticar, se le ha
informado a la opinión pública sobre el mismo, además de alabar la realidad
alabable del de Bogotá para justificar el proyecto muy criticable de Cali. ¿O
es que la “información” que salió en los periódicos hace unos días es tal?
Cualquier ciudadano
puede constatar lo dicho en los planos que reposan en las oficinas del tercer
piso de la antigua Estación (Felicitaciones a Metro Cali por su recuperación) y
que se pueden consultar; ¿o no? También puede aprovechar para ver las maquetas
medio abandonadas del abandonado proyecto del tren ligero, también incuestionable
en su momento, y desde luego, así mismo, avalado por expertos internacionales.
Durante años nos dijeron que era la mejor solución y nunca se habló de “su
enorme costo”. ¿Cuál es la verdad? ¿Para que gastar plata haciendo un estudio
de impacto ambiental si ya se “decidió” que la panacea para Cali son los buses
articulados de plataforma alta? Por supuesto el que se hizo para el tren ligero
paró en la basura sin que nos enteráramos ni siquiera de cuanto nos costó.
La mejor colaboración
para que un proyecto de tanta envergadura en verdad beneficie a la ciudad, es
criticarlo a fondo y con suficiente tiempo para que se puedan corregir al
máximo sus fallas o comprobar que no las tiene, cosa difícil de creer en este
país que mas parece una colección de errores que otra cosa. Los contribuyentes,
que pagaremos el sistema de buses articulados y que actualmente pagamos a Metro
Cali, el Gobierno y la guerra por la paz, tenemos todo el derecho a que se nos
informe con tiempo; y a criticar también con tiempo, o sino para que. Como lo
pedía el editorial de El País, se necesita la participación activa de la
ciudadanía ¿O será que nos merecemos otra PTAR?
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