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Buenas noticias. 19.09.2002


Allí estaba, escondidita en el interior del periódico: el gobierno colombiano iniciará una campaña para contrarrestar el alarmante crecimiento de embarazos de adolescentes, el mas alto de América Latina. Ciegos y sordos por prejuicios políticos, sociales o religiosos, oscurantistas e hipócritas, hemos por años intentado tapar lo grave que ha sido para el país su desbordada demografía, que si bien había disminuido fuertemente, últimamente ha vuelto a aumentar.
Sus cantidades cada vez mayores generaron a mediados del siglo XX una acelerada migración del campo, pueblos y pequeñas ciudades a las más grandes, a las que la gente vino en busca de trabajo, seguridad, educación, recreación y libertad, con el resultado de que, al contrario de hace medio siglo, ya casi el 80% vivimos en ellas, y el 17% en la capital. Pero no sabemos vivir juntos, nadie nos lo ha enseñado ni hemos tenido suficiente tiempo para aprender solos; olvidamos los comportamientos del campesino, que solo está con los demás en el mercado, las celebraciones y las mingas, pero no adquirimos los del ciudadano sino los violentos de los suburbios marginados. No respetamos el derecho de los otros, nos abrimos paso como podamos pero no hacemos caminos al andar sino que destruimos las calles que nos encontramos, hacemos lo que nos viene en gana cuando nos viene en gana. Carecemos de educación ciudadana.
Bogotá ha demostrado que eso puede cambiar pero no será completamente mientras sigan sin resolver los problemas sociales y económicos, como lo demuestra, por ejemplo, el incremento reciente del vandalismo allá. Además las inercias culturales son tenaces, y la nuestra es una cultura no solo de mestizos sino híbrida, como lo ha anotado Néstor García Canclini (Culturas híbridas / Estrategias para entrar y salir de la modernidad), en la que el afán de modernidad de la clase dirigente la llevó a recurrir al perverso y sumario procedimiento de que si no podíamos ser sufientemente modernos al menos había que arrasar con lo tradicional. Su principal blanco fue, entonces, el escenario de la cultura: la ciudad; con todo lo que la desaparición del patrimonio urbano y arquitectónico implica para la convivencia al eliminar la identidad de las distintas generaciones entre sí y con sus calles, barrios o poblaciones.
          Este tema crucial, el del espacio público, además de otros relacionados con él como la educación, la seguridad y los medios de comunicación, fue tratado por un grupo grande de caleños auspiciado por la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle, la Secretaría de Gobierno y los medios de comunicación. Fue solo un inicio y por tanto sus conclusiones necesariamente tienden ha ser incompletas y no suficientemente elaboradas, y preocupa que esos caleños preocupados por su ciudad, aunque comienzan a hablar, permanecen ciegos y sordos: ni una palabra sobre su ruido creciente y embrutecedor -al menos en lo que salió en el periódico- y lo que proponen para sus parques es como si nunca hubieran visto la lobería, mal gusto y torpeza de las intervenciones que se han hecho en el espacio público desde los Juegos Panamericanos; algo de memoria también les hace falta.
Pero pusieron nuevamente a gentes comunes a hablar de su ciudad (en el pasado hubo otros intentos en esta dirección), iniciativa indispensable y complementaria de los foros de especialistas y lideres que se han hecho, ya que estos eventos solo servirán cuando se vuelvan permanentes y abiertos y en eso los medios de comunicación juegan un papel vital, pues no se trata apenas de reuniones y agendas (y buena voluntad) sino que hay conformar una cultura ciudadana amplia y crítica que se exprese polémicamente en los periódicos, la radio y la TV; y sobre todo en la acertada elección de alcaldes y concejales. La Agenda Ciudadana que le proponen a la Administración Municipal, mas que guía para este gobierno y los siguientes, como pretenden (eso es trabajo de los funcionarios y no de sus electores), sí puede ser, completada desde luego, una plataforma para la escogencia del próximo alcalde; Cali lo necesita urgentemente.

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