Este fue el tema del encuentro
promovido por la Asociación Colombiana de Ingenieros, ACIEM, Capítulo Valle,
pero, lástima, pensaban era en otra cosa. Ninguno de los otros expositores ligó
su discurso con esa cuestión apasionante y compleja que es la belleza. Pero al
menos algunos asistentes quedaron con la inquietud de que la estética urbana es
cosa distinta de lo que hoy se cree aquí, y que es definitiva para la calidad
de la vida en las ciudades.
¿Como embellecer lo
que ya lo es? Que más bello que el valle del Río Cauca. O que Cali, entre dos
bellos cerros, atravesada por un río, bello como el poema de Eduardo Carranza,
inmersa en una frondosa y variada vegetación y con los bellísimos Farallones de
fondo. Sus ríos y riveras son prodigiosos. Son bellas su Torre Mudéjar, La
Merced y San Antonio, y las calles tradicionales, y lo son también, aun cuando
con belleza prestada, su Palacio Nacional, el Episcopal, sus dos teatros y
hasta la Ermita y no pocas avenidas. Muchos edificios y casas modernos de
mediados del XX son de lo mejor que se hizo en el país. A las salidas de la
ciudad hay cuatro hermosas avenidas de samanes (que por lo visto no conoce
Peñalosa pues nos propone que hagamos una), y hay parques muy bellos como el
del Acueducto.
Lo
que volvió a Cali muy fea fue precisamente la destrucción parcial, en aras de
su “modernización”, de lo que la hacia bella, y, de contera, los propósitos de
“embellecerla”, como el fatal rediseño de la Sexta o los monigotes imitación
bronce que “adornan” varias fuentes o las floresitas que insisten en ponerle a
la Avenida Colombia y que no llegaran a las navidades. El paisaje del valle fue
destruido por el monocultivo sin gracia de la caña de azúcar, y el de Cali
tapado la publicidad exterior; los cerros están cubiertos ramplonamente de
antenas y son quemados cada verano; el Río Cali disminuido; la vegetación
arrasada y los Farallones ocultos por la contaminación. La riveras del Pance se
aplanaron para campos de fútbol y se tugurizaron. La torre Mudéjar, única en
América, fue aplastada por insulsos edificios innecesariamente altos; La Merced
quedó sin barrio; y aunque el de San Antonio resiste, las diferentes líneas de
paramento con las que se buscaba ampliar sus calles (y destruir sus casas
viejas) lo dañaron mucho. Casi todos los edificios moderno-historicistas, que
establecieron la nueva imagen de la nueva capital del nuevo departamento, fueron demolidos para
“modernizar” la ciudad para los Juegos Panamericanos. Después cayeron muchas
casas y edificios modernos, o se pintarrajearon, como el Edificio Belmonte, o
se los asfixia con publicidad. El narcotráfico inundó a Cali de esperpentos.
Los samanes se talaron para ampliar las avenidas y construir puentes para los
carros particulares. Los parques están abandonados o cedidos en comodato y
ahora se comienzan a invadir con “mupis”;
el del Acueducto quedó disminuido y dividido por la ampliación torpe y
abandonada de la Circunvalación. Y así.
Habría que, pues, sencillamente abstenerse de monumentos y
adornos que no lo son. Proteger la cordillera y las cuencas de sus ríos.
Arborizar los reservorios que riegan los cañaduzales que la rodean y recuperar
los guaduales. Poner un solo soporte de antenas en las Tres Cruces y otro en
Cristo Rey. Dejar las vegas de los ríos como siempre fueron: piedras, prado y
árboles nativos. Hacer las obras públicas con dignidad, como antes. Arborizar y
ampliar mucho todos los andenes y bajar los carros de ellos y en cambio subir
las bicicletas. Proteger los barrios tradicionales que quedan. Parar la
demolición del patrimonio y reglamentar alturas y colores. Prohibir pasacalles,
vallas aéreas y culatas, y volver fachadas las existentes (para lo cual
tendrían que pagar derechos), y hacer obligatorios los paramentos. Quitar los
embelecos y la publicidad que se han puesto para “embellecer” avenidas y
parques, y poner las zonas deportivas en otras partes o de otra manera. Y hacer
un gran lago en el gran parque previsto hace años en la Base Aérea;
embellecería de verdad a Cali: las ciudades bellas suelen estar junto al agua.
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