Ir al contenido principal

El interior de la publicidad exterior. 21.03.2002


Que es un atropello doblemente vulgar es lo mínimo que se puede decir de esas dos grandes, agresivas, desagradables y tontas vallas, pensadas como por tontos para tontos, pues anuncian más de lo mismo y de idéntica manera, inspiradas, eso parece, en la redundancia del nombre del edificio en que el que las han colgado. El Edificio Avenida Colombia, en la Avenida Colombia, fue alquilado sin pudor alguno para que lo cubrieran de día y noche esos dos esperpentos que ni siquiera son de colores pastel, que son con los que en Cali algunos creen que se justifica el abuso de la publicidad exterior y el pintarrajeo de sus edificios.
          No faltarán tampoco quienes crean que los anuncios en vallas son bonitos y preferibles a los edificios, paisajes y atardeceres que no dejan ver. Y habrá los que las comparen con Times Square sin considerar que este es un espacio reducido y fundamentalmente comercial en donde está concentrada casi toda la publicidad exterior de Nueva York, y que esta es inteligente, imaginativa, divertida y hasta bella, y que lo más importante es que no afecta a los demás barrios pues se puede o no pasar por allí; es más: allí se va a ver la gente y los animados y nuevos avisos que anuncian novedades o las mismas cosas pero de diferente manera.
          Que bueno sería que la Sociedad Colombiana de Arquitectos, o la de Mejoras Públicas, o la Cámara de Comercio, organizaran un foro sobre la publicidad exterior en la ciudad para que se diga en público lo que se comenta apáticamente en privado. El debate sobre su uso en los espacios públicos es urgente y vital, ya que no se trata de un problema solo de gustos y que estos, desde luego, son algo más complejo de lo que se cree. Desde la década de 1960, con las investigaciones del antropólogo Edward T. Hall, se sabe que las diferentes culturas no solo hablan diferentes lenguajes sino que habitan de diferente manera el mundo sensorial; la tamización cultural selecciona lo que se percibe a través de los sentidos evidenciando unas cosas y ocultando otras. Los usos que hacemos de las ciudades son manifestaciones de este proceso de selección cultural que da forma al gusto participando de un moldeamiento mutuo. Pero a pesar de que este debate no es nuevo, entre nosotros ha sido prácticamente inexistente.
          En Colombia, y en Cali en particular, debido a nuestras múltiples hibridaciones sociales y culturales, agravadas por una precaria, incompleta y mal entendida modernización, desafortunadamente no nos fue posible un proceso simple y homogenizador, pero tampoco una nueva sociedad cosmopolita incontaminada de lo local y lo anterior. Al establecerse una transculturación entre muy desiguales elementos surgieron combinaciones nuevas, y no una simple sumatoria, fértiles para la confusión cultural y esas falsas identidades que originan nuestros deformados gustos y la necesidad de cada grupo de imponer su versión a los demás.
          Si no se hace algo definitivo, sino aprendemos a respetar el espacio de los otros -y a los otros- no demorarán en ser usados todos los edificios como soportes para publicidad, llevándose por delante normas y leyes como pasó  en las semanas previas a las  elecciones cuando las calles fueron literalmente cubiertas por los pasacalles de todos los aspirantes a vivir de los impuestos. Y por supuesto están listos los soportes en la Torre de Cali (que vivos que son sus dueños nunca los retiraron) para poner las enormes vallas que no pudieron poner hace unos meses. Y esta vez, considerando el precedente del edificio de la Avenida Colombia, no es seguro que se las pueda prohibir de nuevo; entonces Cali será ya no como su sueño preferido: (lo peor de) Miami, sino como una caricatura mala de Las Vegas: ya tiene mafias, drogas, juego y prostitución; solo le falta que su publicidad exterior sea multicolor y desmesurada, y no solo grandota y vulgar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasos pompeyanos. 05.02.2015

          Ya los romanos los usaban, como en Pompeya, de donde toman su nombre, para cruzar sus calles sin mancharse con la inmundicia y el barro . Pero ahora y aquí, el que se ha dicho que se hará al final del Paseo Bolívar definitivamente es un paso adelante en esta ciudad sin andenes por donde pasear y ni siquiera caminar. Decir que un semáforo allí causará trancones viales es exagerado aunque por supuesto no existirían nunca si estuviera unido con el anterior y el siguiente, generando por la Avenida 2º Norte una “ola verde”, es decir una serie de semáforos coordinados para permitir el flujo continuo del tránsito rodado sobre varias intersecciones en una misma dirección . Pero mejor seria el hundimiento de la Avenida desde el edificio Las Ceibas hasta el Conservatorio, y prolongar el puente peatonal del CAM hasta donde hoy está la Plazoleta de la caleñidad, ya propuestos por Sara María Giraldo, Heinz von Halle y el autor de esta co...

El estado de la cuestión. 21.02.2024

 Se trata de la base teórica sobre la que se sustenta un escrito, o que se rebate en su desarrollo posterior, y que forma parte del mismo. Pero si bien es lo ético en una columna de opinión, debería ser obligatorio en toda propuesta para la ciudad, lo que no suele suceder en Cali en donde cada cuatro años cada nuevo Gobierno Municipal simplemente ignora las propuestas de los anteriores e improvisa otras. Es lo que ahora hay que evitar en el caso del interés actual por el Centro de la ciudad o la propuesta para el Tren de cercanías, la que primero que todo se debería sustentar en la conformación del Área Metropolitana de la ciudad a partir de la que de hecho ya existe. El Área Metropolitana es la que engloba una ciudad principal (la metrópolis) que le da su nombre, y una serie de ciudades dormitorio, industriales, comerciales o de servicios (Wikipedia). Por eso la de Cali no se debe confundir con la región de ciudades del valle alto del rio Cauca, que se extiende de la Virginia a Sa...

Viaje a la arquitectura

  Recorriendo su bello país de la mano de José Saramago (Azinhaga, Portugal 1922-2010 Tías, Las Palmas, España, Premio Nobel de Literatura de 1989) de octubre de 1979 a julio de 1980, es muy grato encontrar a lo largo de Viaje a Portugal, 2022, más de 726 páginas de comidas, bebidas, gentes, paisajes, plazas y parques. Y capillas, iglesias, palacios, castillos y murallas -17 declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- la gran mayoría muy interesantes para entender, con las palabras de Saramago, en qué consiste lo emocionante que pueden ser, y por qué “la utilidad no es incompatible con la belleza” (p. 450) y que “la arquitectura, sólo por sí, puede hacer feliz a un hombre” (p. 439). Escribiendo sobre la iglesia del Senhor Bom Jesus, en Matosinhos, dice Saramago que su arquitecto, Nicolau Nasoni (San Giovani, Valdarno, Italia 1691-1773 Oporto, Portugal) supo “entender los misterios del granito lusitano, darles espacio para llegar mejor a los ojos, alternando lo oscuro de la...