A la
memoria de Clarita Gómez de Melo
Bruno Zevi afirma (Architectura in nuce, 1964 ) que todo
gran arquitecto es un gran poeta. Lo cierto es que la arquitectura, como la
música y la poesía, se compone, no se dibuja. Mientras en el dibujo, el dibujo
mismo es su fin, en la arquitectura, como en la pintura y la escultura, solo es
un medio para visualizar su composición.
La
arquitectura, la pintura y el dibujo son consideradas, con la escultura y la
cerámica, artes plásticas por definición pese a lo diferentes que son. La
realidad es que apenas comparten el trabajar con formas, luces y sombras (las
de la arquitectura se mueven o desaparecen) y colores, tonos y texturas que se
ven. Pero mientras el espacio en la pintura y el dibujo es una ilusión visual
en la arquitectura se trata de un ambiente real que también suena, se toca,
huele y cambia de temperatura; y que casi que es la arquitectura misma.
La arquitectura y la escultura trabajan con volúmenes y
espacios. La gran diferencia es que el espacio arquitectónico se recorre y se
vive (a la escultura si acaso se le dan vueltas); y que la construcción del más
elemental edificio es muchísimo mas compleja que la de la más elaborada y
grande escultura. Además los espacios y volúmenes de la arquitectura están
ineludiblemente ligados al suelo por la gravedad, y a un paisaje que cambia con
las estaciones, al paso del día, al salir el sol y a la entrada de la noche,
con la lluvia y el viento; y, sobre todo, en la ciudad, la arquitectura esta
encadenada a las otras construcciones que conforman sus espacios urbanos.
La gran arquitectura sería a la edilicia como la poesía a
la prosa. En ella la forma es mas importante que la función. Un ejemplo extremo
son las pirámides de Gizeh, que si no fuera por su descomunal tamaño, que
califica el paisaje, y de qué manera, serían solo esculturas... enormes
monumentos funerarios.
Los
grandes arquitectos, como los poetas, sacrifican una función para pulir una
forma. Pero, desde luego, en la prosa también hay belleza y hasta
"poesía", sin embargo, en ella lo importante es lo que se dice. El
ejemplo extremo es un informe técnico o, mas aun, científico (aunque los matemáticos
hablan de simetría y belleza). En la arquitectura común, como en la buena prosa
(la novela o el ensayo, por ejemplo), cómo se dice lo que se dice, en un caso,
o que es lo más adecuado para que se pueda construir y funcione un edificio, en
el otro, es de igual importancia que la forma misma. En ambas, arquitectura
común y buena prosa, forma y función son inseparables: son como dos caras de la
misma moneda.
Se podría decir simplemente que la arquitectura es una
edilicia que emociona, pero parte de esa capacidad de emoción se debe a su
implantación en un sitio con geografía e historia; además debe ser construible.
A la forma y la función se agrega, pues, la estructura y la implantación, ya
sea en las ciudades o en el campo. La forma puede seguir a la función, como
dijo Luis Sullivan, pero también puede ser lo contrario. Sin embargo la
arquitectura se ha logrado solo cuando son inseparables forma, función,
estructura e implantación, sin importar cual fue primero o dominante. Y puede
haber sido trazada por un simple constructor, diseñada por un arquitecto o
proyectada por un gran arquitecto.
Arquitectura,
dibujo, pintura, escultura, fotografía, cine, opera, poesía, música y danza: es
divertido compararlas; y es esclarecedor hablar en voz alta de ellas: como en
un psicoanálisis. Tan difícil definir la arquitectura...y tan fácil, pero
preguntarse que es la arquitectura sería como preguntarse que es la vida: una
pregunta inútil dice Karl Popper pues lo importante para él eran los hechos.
Hechos que, en este contexto, son los edificios y sobre todo las ciudades que
conforman. En ellas hombres y mujeres mueren pero su recuerdo, más que sus
tumbas (que fueron las que dieron inicio a la arquitectura), queda.
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