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La ciudad es femenina. 08.01.2001


A la memoria de Aura Becerra de Mera

"Al pespuntar la tarde -escribía Doña Aurita por 1968- la ciudad cambia su traje y se acicala. Alerta sus antenas hacia la noche. Se viste de coquetería bajo la sugestión de la penumbra. Se quita el maquillaje. La ciudad se retoca. Su perfil se acentúa. Brilla la sombra de sus contornos y los torna incitantes. Como cualquier mujer. Cambia su disposición de ánimo. Comienza el imprevisto. Con gesto cansado por el trasegar del largo día de actividades, se despoja del vestido formal y se viste de luces."
          Joseph Brodsky, en su maravilloso libro sobre las maravillas de Venecia lo afirmó para siempre: "A la caída del sol todas las ciudades parecen maravillosas, pero unas más que otras."
          Simplemente se ven mejores. Su imagen cambia diametralmente: queda lo fundamental. Desde el aire y en la sombra todas son definitivamente bellas. Cuando solo se ven sus luces en la oscuridad, que tornan fantasmales sus calles, edificios y contornos, es evidente que son las obras de arte más grandes del hombre, como lo dijo Lewis Mumford.
          De ahí lo equivocado (y pueblerino y tercermundista) de la absurda iluminación indiscriminada y como de estadio con que en Cali se iluminan parques, avenidas, puentes y hasta el mismo río, rompiendo no solo su encanto nocturno sino también el de las calles y hasta el de los patios y habitaciones vecinas. Y para rematar vallas y vallas y vallas de tramposas propagandas (y va ha haber más) no dejan ver sus dorados pero injustamente cortos atardeceres con sus cordilleras azules, cuyas altísimas crestas se iluminan por las noches con los fulgores de las tormentas del Pacífico de las que hablaba Cornelio Hispano en En el País de los Dioses.; sobre todo en las noches de verano, llenas de los murmullos, los perfumes y las músicas de alas de José Asunción Silva, y cuando las plantas de Jorge Isaacs exhalan sus más suaves y misteriosos aromas y en el fondo del valle arden en la sombra negra y húmeda luciérnagas fantásticas. Paisajes y ambientes que ahora solo se pueden leer pues ya no se pueden ver más.
          El recorrido, al atardecer, desde la hacienda de Cañasgordas a Cali, por ejemplo, fue descrito con ojos y oídos por Eustaquio Palacios. "Las afueras de la ciudad ofrecían por ese lado […] bastante animación: va­rios vecinos vol­vían de su trabajo con la herramienta al hombro; bestias cargadas de plátanos o leña;  mujeres con haces de leña en la cabeza;  viajeros que llegaban de los pueblos del Sur; arrieros con sus recuas cargadas de bayeta, papas o anís;  algún negro joven que pasaba a escape en su ca­ballo en pelo, y que iba a la ciudad tal vez a comprar lo que faltaba para la cena en alguna hacienda o granja vecina; los criados de la hacienda de Isa­bel Pérez que apartaban las vacas de los terneros, como es costumbre a esa hora, y todo esto acompa­ñado del mugir de las vacas, del berrear de los terneros, de los gritos de los criados, de las interjecciones de los arrieros y de esos otros mil ruidos que se oyen en las casas de campo y en las inme­diaciones de una ciudad cuando va entrando la noche."
          Bill Gates piensa que con la súper autopista de la información cada vez más gente podrá trabajar, hacer negocios, comprar o divertirse desde la casa. En frente de una caja estúpida se podrán "vivir" toda clase de aventuras y situaciones en paisajes espectaculares, ciudades extraordinarias, calles animadas y edificios bellos (por supuesto preferencialmente al caer de la tarde), que entre nosotros contrastarán esquizofrénicamente con la maltrecha realidad actual de muchas ciudades en Colombia, que cada vez lo son menos, con la esperanzadora excepción de Cartagena desde siempre (pero quien sabe hasta cuando) y ahora Bogotá.
          A Doña Aurita, que, a diferencia de muchos caleños que las tenían también, nunca abandonó la casa grande y blanca que le hizo su marido (además de dejarla ser, existir), no le habrían gustado esos atardeceres digitales como de película pero enmarcados y ausentes: vistosas copas pero de plástico y sin jerez.

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