Sistema es según el DRAE un conjunto de
reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí, y
también un conjunto de cosas que ordenadamente relacionadas entre sí
contribuyen a determinado objeto, por su parte dice que integral es global,
total. Por lo tanto el cacareado sistema integrado de transporte masivo para
Cali no es sistema ni integral ni está integrado a nada. Son solo unas pocas
rutas de buses articulados de plataforma alta y combustible fósil, los que ya
hace años vienen siendo reemplazados en todo el mundo por los de plataforma
baja, incluyendo articulados, extra largos y de dos pisos, a gas o hidrógeno o
al menos con filtro catalizador.
Lo
que se ganaría con los buses propuestos, pues indudablemente serian mucho
mejores que los camiones adaptados que ahora tiene Cali, se perdería con la
destrucción final de la Calle Quinta y los trancones que su trafico actual
llevaría a otras calles, afectando barrios y viviendas a los que como todo aquí
les caería de repente su desorden, ruido y contaminación. Así paso en Medellín
con su Metro y en Bogotá con su TrasMilenio; se ve a simple vista si es que se
mira critica y no complacientemente.
La
que fue la Carrera Quince antes de los Juegos Panamericanos de 1971 (hoy Cl. 5ª) era un hermoso y largo bulevar que
comenzaba en el Parque de los Estudiantes en Santa Librada y se extendía hasta
la sede actual de la Universidad del Valle en Meléndez. Su sencilla calzada
central de dos carriles tenia a sus lados hermosos samanes y en los costados
había otras dos calzadas también de dos carriles cada una; los andenes, es
cierto, eran estrechos, pero que maravilla que era esta verdadera avenida Y así
eran la Octava y la Primera y la Sexta. Aun algo queda que permite imaginarse
como eran, el resto lo destruyo el progreso.
Para
que funcione un verdadero sistema integral de trasporte masivo, como existe en
muchas partes, es necesario crear una autoridad única, que por supuesto y
necesariamente involucra diversas tecnologías y compañías, privadas o públicas,
como en San Francisco en donde forman parte del mismo sus centenarios tranvías
de cable. Incluso se considera que el sistema se debe entender como comenzando
desde las circulaciones verticales de los edificios de viviendas y oficinas (J.
Crawford: Carfree Cities) y desde luego debe involucrar las ciclovias y los
andenes por los que se llega a las diferentes estaciones o simples paradas de
los diversos vehículos y que permiten pasar de una a otra ruta o tecnología.
Es evidente en una
aerofotografía de Cali que la columna vertebral de su transporte publico, desde
Jamundí a Yumbo, debería ser el corredor férreo. Difícil encontrar otra ciudad
que cuente con la posibilidad de un tren urbano al aire libre, en un clima
benigno como el nuestro, y en medio de un parque (habría que hacerlo claro),
prácticamente a nivel y recto con todo lo que esto representa en ahorro en su
construcción y operación y en eficiencia, confort y seguridad en su uso. Y si
hubiera una autoridad única todos los buses y busetas privados que hay se
dedicarían a alimentarlo y no a competirlo como pasa en Medellín y Bogotá, y se
impondría, ahí sí, el pico y placa. Por supuesto que los buses articulados
podrían hacer parte de ese sistema pero las rutas propuestas están concebidas
no para complementarlo sino para tratar de reemplazarlo; y aunque se podrían
cambiar después, quedaran los daños que ocasionen a las calles por las que se
pretende hacerlos pasar en algunos casos a la fuerza.
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