No esta claro quien es el responsable
hoy de este edificio, uno de los más representativos de Cali, que pronto
amenazará ruina: lo están desvalijando y la lluvia, el polvo y la falta de uso
están haciendo de las suyas. También es desde hace años uno de los más
analizados y recientemente Ricardo Hincapié realizó su ejemplar estudio
completo y valoración.
En la reseña de 1926 del Ministro de Obras Públicas se lee
que El Palacio Nacional de Justicia, como dice en su entrada, "ocupa una
superficie de 2.600 M2, estilo Luis XVI, de tres pisos y subsuelo; coronado por
un piso de mansarda interrumpido por dos grandes cúpulas situadas en el eje de
la fachada y en la esquina". Fue proyectado de 1924 y 26 por el arquitecto
belga Joseph Maertens, consultor del Ministerio, y construido por ingenieros
del Ferrocarril del Pacífico, al que se delegó la obra, pues en estos casos se
subcontrataba con empresas nacionales o extranjeras ajenas al gobierno, pero se
necesitaron constructores italianos calificados y se importaron elementos como
cerraduras, hierro y cemento. Fue construido entre 1926 y 1933, en plena
crisis mundial, por el gobierno de Olaya Herrera, empeñado en la modernización
del país y la construcción de edificios públicos en sus ciudades. Modernización
solo tecnológica, inicialmente, pues se insistía aun en las formas clásicas,
estimadas como las más apropiadas para estos edificios-monumento que deberían
ser el nuevo elemento principal de cada ciudad. Poco después, con la fundación
en 1936 de la primera facultad de arquitectura de Colombia, en la Universidad
Nacional, la adopción de la arquitectura moderna fue total; y acrítica.
Su ornamentación denota un diseñador hábil y con oficio,
que logra una adaptación estilística con finos detalles neoclásicos. Sin
embargo, su implantación se resiente por la falta de un lote completo sobre la
plaza. Su diseño parte de dos ejes a 45º que responden a un acceso por la
esquina y otro por el centro del edificio, enfrentado a la plaza, y se levantó,
como sucedió con muchos edificios públicos de esos años en el país, donde
anteriormente estaban algunas casas tradicionales de las que formaban su
marco. Aunque en algún momento se pensó en prolongarlo sobre el vecino Edificio
Otero, para que ocupara la totalidad de ese costado como demandaba su forma
clásica e importante función, lamentablemente no se consideró necesario
hacerlo. Además, la esquina circular, si bien permite que se acomode
correctamente a la traza romboidal del centro de Cali, rompe su simetría y
agudiza el desplazamiento de su eje central sobre la plaza. Aún así, el
edificio logra una auténtica monumentalidad.
Sus
formas vienen del palacio clásico europeo, codificado a través del renacimiento, el barroco francés y el
neoclasicismo, entre los siglos XVI y XVIII, las que fueron tomadas posteriormente,
en el XIX, por el llamado historicismo, que llega a Colombia apenas en las
primeras décadas del XX. Ya Germán Téllez notó la similitud de su cuerpo
central con el Pavillon de L´Horloge, el más antiguo del Louvre, que deriva a
su vez de las altas torres medievales de Francia. La composición (cuerpo
central y pabellones laterales) se repite en las dos fachadas del Palacio de
Cali, articuladas por la mencionada esquina circular, la que fue común en el
París de la segunda mitad del XIX. Es, pues, un ejemplo de historicismo lo que
implica una elaboración compleja y sofisticada de los órdenes clásicos. Sus
componentes, ritmos y articulaciones se interpretan con libertad y
creatividad, como es propio en la arquitectura clásica, y ello explica los
manierismos de su ornamentación. Es un eco tardío del clasicismo en nuestro
medio, posible gracias a los conocimientos de su autor como al esmero de su
construcción. Sin embargo, los términos "ecléctico",
"republicano" y "neoclásico" con los que se han llamado
estos edificios en el país, hay que reemplazarlos por el de
moderno-historicistas, pues son modernos en su técnica y función pero
historicistas son solo sus formas anacrónicas.
Pese a todo, y como dice Silvia Arango, es aún uno de los mejores edificios de Cali. Carlos Jiménez lo propuso a buena hora como sede noble para la Alcaldía; hagámosle justicia.
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