La mala suerte del edificio más alto de
Cali no tiene fin: ahora es el más grande y costoso soporte de publicidad
exterior del mundo y su más horripilante tugurio de antenas, elocuentes marcas
dignas de esa estupidez que es el Guines, solo posibles en esta ciudad sin
memoria que permite la invasión violenta e indiscriminada de su espacio urbano
público. Por supuesto no es el primer edificio que se alquila sin pudor a la
publicidad. Muchos lo han hecho con sus culatas y terrazas, pero es el primero
en hacerlo con sus fachadas y a pesar de ser un hito de la ciudad, aun cuando
lo sea por su solo tamaño. Por este camino no demoraran en ser usadas la
Gobernación y el Cam para publicidad política como esa de "se siente
nuestra fuerza" con la que se llenó la ciudad a falta de obras de verdad
importantes, necesarias y bien diseñadas y construidas. No es imposible en una
ciudad en la que permanentemente se "adornan" con pinturas tontas,
propaganda incluida, cuantos muros se encuentren limpios, y que llegó al
extremo de pintarrajear un esperpento en la fachada lateral de Nuestra Señora
del Rosario afortunadamente eliminado por la discreta restauración del templo
que realizaron después los benedictinos.
La
mayoría de las vallas de publicidad no pasan de ser promesas vacías y verdades
a medias; todo un exceso de propaganda y otras formas institucionalizadas de la
mentira a las que estamos tan acostumbrados que, como lo advierte Konrad Lorenz
(Decadencia de lo humano ), hemos desarrollado una peligrosa tolerancia hacia
sus nocivos efectos. ¿O qué otra cosa son las enormes y sofisticadas vallas que
invitan a ser "diferente" consumiendo lo que todos consumen o
prometen la virilidad en una aspirada o buscan que confundamos la provocadora
modelo con el carro? Poco a poco el engaño induce a cambiar la realidad por las
imágenes deformadas por el consumismo en la TV, las revistas y periódicos, y en
el espacio público, perversamente invadido cada vez más con propagandas. Ya ni
siquiera se puede mirar al cielo sin encontrárselas.
Pero poner la publicidad cubriendo los edificios es además
doblemente dañino. Tapar parcialmente las formas arquitectónicas es como si
tuviéramos que andar disfrazados a medias, cosa que en efecto muchos hacen
evidenciando que se quiere ocultar a toda costa el hecho gravísimo de que somos
una sociedad enferma, hipócrita y claudicante. ¿Que opina de este atropello la
Sociedad Colombiana de Arquitectos, la de Mejoras Públicas, la Cámara de
Comercio? ¿Que pensaran los profesores y estudiantes de las escuelas de arquitectura que funcionan en
la ciudad? ¿Que dirán las autoridades? si es que dicen algo distinto a sus
disculpas de siempre pues ya enajenaron el espacio urbano público a la
publicidad, por toda una generación, con la disculpa de un mobiliario urbano
que, por lo contrarío, no se ve por ninguna parte. ¿Que sienten los arquitectos
que diseñaron el edificio?
No
faltarán quienes crean, con ingenuidad o sin ella, que las vallas son bonitas y
las propagandas veraces o que son mejores que los edificios, paisajes y
atardeceres que tapan. Pero que lo digan en público pues este debate es urgente
ya que aquí no vemos el mal gusto que nos rodea, no oímos el escándalo que
hacemos para que los demás sepan que estamos vivos, ni sentimos los olores
fétidos que nos reciben en el aeropuerto o cuando el viento viene de Yumbo, ni
nos creemos afectados por la contaminación ni el mugre, ni amenazados por vivir
en una zona sísmica; caminamos por las calles pero parqueamos en los andenes y
nos pasamos los semáforos en rojo, nos quejamos de la inseguridad pero
compramos en la 16 y vestimos con ropas, zapatos y relojes de marca pero
pirateados, denigramos de la policía pero nada le exigimos, evadimos los
impuestos y sobrevivimos con viveza en el desorden y la corrupción; también
destruimos todo lo "viejo" renegando sin saberlo de nuestros orígenes.
Afortunadamente no somos todos: solo la mayoría. No, no es una exageración. Si
no fuera así a nadie se le habría ocurrido colgarle una valla a la Torre de
Cali, ninguna empresa la habría financiado, las autoridades no la habrían
permitido y la ciudadanía no la toleraría. Que vergüenza.
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