Lo primero que hay que entender es que
son públicos y solo para los peatones. Permitir que se estacionen carros y
motos en ellos o que se instalen ventas o sitios de trabajo para toda clase de
talleres, es dejar que una minoría vulnere impunemente los derechos
constitucionales de la mayoría y finalmente los de todos. Y consentir que cada
vecino haga con “su” anden lo que se le da la gana para adecuarlo a sus
necesidades y gustos, como pasa en Cali, es ser cómplice del irrespeto con los
demás que aqueja al país. Como en todas partes, los andenes aquí deberían ser
diseñados, construidos, reparados y modificados únicamente por el Municipio,
como mal que bien sucede con las calzadas, aunque no son pocos los particulares
que también se creen, ilegalmente, con el derecho alterarlas.
Los andenes deberían
ser lo mas anchos posible, continuos, totalmente llanos y solo con rampas de
poca pendiente o por lo contrario escaleras. Sencillos (muy sencillos, como los
de las grandes ciudades del mundo) y, especialmente en Cali, sombreados a todo
su largo con árboles en alcorques elementales que recojan para ellos el agua de
la lluvia. Y es imprescindible que cuenten con semáforos en las esquinas con
tiempo para los peatones, el cual no existe en los de Cali, para cruzar con
seguridad y comodidad las calles. Poner en ellos un exceso de muebles urbanos
no es mas que otro negocio, llenar sus pisos de texturas, a excepción de las
indicadas para los ciegos, un despropósito pueblerino, y ocuparlos con toda
clase de postes es atentar contra su eficiencia, seguridad y belleza.
Por su parte los
cruces peatonales, comunes o cebras, que no son lo mismo pues en estas no hay
semáforos y el peatón siempre tiene prelación, deberían seguir estrictamente
los ejes de circulación y no estar a un lado como suele pasar en Cali, y tener
rampas suaves, tan amplias como el anden mismo, que permitan a todos bajar
cómodamente al nivel de la calzada y luego subir al frente al anden siguiente.
También debería haber en muchos cruces “pasos pompeyanos”, es decir aquellos en
los que los carros tienen que subir al nivel del anden y no los peatones bajar
al de la calzada, dándoles a estos la prioridad. Y ciertos andenes muy anchos
deberían incluir ciclorutas (como casi todos los de Berlín por ejemplo), las
que deben estar claramente separadas de las calzadas para los automóviles.
La relación
costo-beneficio es mejor en los andenes que en las intercepciones a dos
niveles, también se pueden hacer por valorización, demandan mas mano de obra y
se pueden acometer simultáneamente en muchos frentes. Y benefician los predios
vecinos y no lo contrario como pasa con los puentes, que desvalorizan las
propiedades inmediatas, las que paradójicamente tienen que pagar las tasas mas
altas. Sus estándares ya se han puesto al día en el país con las tendencias
mundiales y fueron adaptados para Cali en la Administración anterior. Pero hay
que estar alertas para impedir que aquí se los invente otra vez con esa
propensión al sobre diseño de nuestros jóvenes arquitectos y funcionarios, que
produce costosas equivocaciones como la de la Avenida Sexta o las estaciones
del Mio.
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