Al parecer ya nadie se acuerda en Cali
de cuando la Calle Quinta se llamaba Carrera Quince y era un bellísimo bulevar
de samanes desde el que fue el Parque de los Estudiantes (ahora un feo
intercambiador vial) hasta la actual sede de la Universidad del Valle, a medio
camino a Jamundí. La nueva Calle Quinta es un triste encementado con un
separadorcito sin árboles, palmas raquíticas en retazos de anden, luminarias
baratas que no económicas y muchas sobre diseñadas y exageradas estaciones en
medio. Desafortunadamente, mientras en la capital son cada vez mas los que ven
los problemas de tratar de hacer un metro de superficie siguiendo el modelo de
Curitiba de hace 30 años, en ciudades mas grandes y cuyo trazado no se presta
para ello, los que aquí advertimos desde el principio que el Mio, como esta
diseñado, no cabía por la Quinta, no hemos tenido eco alguno. Prevalecieron las
muchas mentiras piadosas que nos han dado uno tras otro los varios presidentes
que Metrocali ha tenido absurdamente en su corta vida.
Desde luego muchos encontrarán la
nueva Calle Quinta mas bonita que antes (pues ya había perdido muchos samanes)
y las muy vulnerables estaciones (van dos)
imitación Higt Tech de 800 millones de pesos cada una les perecerán muy
modernas, y dirán que los samanes y comerciantes eliminados a lo largo de la
troncal tenían que dar paso al progreso. Al fin y al cabo nos han vendido
espejitos toda la vida y seguimos pensando que el Mio es lo mas importante en
Cali desde los Juegos Panamericanos de 1971. Hubiera podido ser pero
lamentablemente ha continuando con esas acciones destructoras de ciudad
iniciadas precisamente con motivo de dichos Juegos. ¿O que otra cosa fueron las
ampliaciones viales siempre sin terminar (como hoy la nueva Troncal de la
Carrera Primera) y las demoliciones para dar paso a nuevas vías siempre
incompletas? O el desplazamiento del
equipamiento urbano a los municipios vecinos, como ese Centro de Eventos en el
municipio de Yumbo que prestará sus servicios a la ciudad de Cali, como el
aeropuerto, y al cual ni siquiera llegará el Mio. Para no hablar de nuevo de
las torres de Babel que tapan la vista y la brisa de los cerros.
Mirando la Quinta en
los tramos que han “dado al servicio” aunque como se acostumbra entre nosotros
no estén terminados y mucho menos en uso (en dónde están los buses articulados),
podemos ver lo que va a pasar desde la Plaza de Toros hasta la Universidad del
Valle si no se modifica el diseño del Mio en ese trayecto, y ya dijeron que no.
No quedaran sino unos pocos samanes y el mismo encementado de lado a lado. ¿Por
qué las calzadas son de cemento y no de asfalto? No es por los buses
articulados, con cuya disculpa se siguen tumbando puentes recientes en buen
estado ( también van dos) como para gastar mas cemento, pues en casi todas
partes circulan por vías asfaltadas y sin tener que demoler nada. Y hacerlas de
un material diferente al de los andenes precisamente evita que se vean
desoladas y feas. Ya es tiempo de una nueva marcha en defensa de los samanes y
amplios separadores verdes de lo que queda de la Calle Quinta. Al menos para
caminarla y verla por última vez.
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