Muy
buena noticia para Cali la de que se hará finalmente un centro de convenciones.
Que será en el sur ya no es tan buena y que se comenzará en seis meses es
definitivamente mala. ¿O es que la Constructora Meléndez ya tiene el lote e
incluso el proyecto? Un edificio de esa envergadura y complejidad no se diseña
en tan escaso tiempo ni aun asignándolo a dedo y menos mediante concursó
público nacional o, mejor, internacional, como debería de ser dada su
importancia para la ciudad y la región.
Preocupa
la falta de interés y el desconocimiento que las autoridades, la dirigencia,
los medios y la opinión pública locales tienen sobre la ciudad, el urbanismo y
la arquitectura. Se piensa que un buen proyecto se puede lograr en poco tiempo.
No se buscan profesionales buenos sino baratos. Un concurso internacional es
impensable pero tampoco se escogen arquitectos de renombre, ni se consulta con
nadie. El amiguismo prima sobre el interés colectivo. El modelo urbano que se
tiene es lamentablemente el de Miami o los Ángeles, con sus malls, torres y
autopistas ignorando que nuestra ciudad tiene sus raíces en las de Europa, de
calles paramentadas de altura regular, monumentos, plazas y parques. Se
confunde la moda con lo moderno.
No
de otra manera se explica que aun haya quienes creen que los VII Juegos
Panamericanos significaron el progreso y la modernización de Cali cuando fue
todo lo contrario. Incluso hay quienes quieren que la experiencia se repita y
los que alaban el MIO (finalmente cuestionado por la prensa local) comparándolo
con los Juegos. Pasan por alto que con su pretexto se destruyó la mayoría de
los edificios que mantenían su memoria colectiva en lugar de agregar otras
obras a la ciudad. Se demolieron la iglesia y el claustro de Santa Librada, el
Hotel Alférez Real, el cuartel del Batallón Pichincha, el Palacio de San
Francisco, el viejo Club Colombia y el Colegio del Amparo y muchos otros
edificios y casas “viejas”. Cali ya no sería mas la que era, y las
consecuencias de esto siguen sin ser consideradas.
En
lugar de concentrar la ciudad con edificios de mediana altura, se aglomeraron
en algunos barrios residenciales, dañándolos, al tiempo que se abandono el
centro tradicional y la ciudad se disperso en suburbios de casas y casitas de
un piso. El aeropuerto quedó mas cerca de Palmira, como nos recuerdan
ridículamente cada vez que aterrizamos, la central de abastos próxima a
Candelaria y la Universidad del Valle casi en Jamundí. Pero no se pensó en un
área metropolitana ni en localizar este
equipamiento regional para que sirvieran al valle geográfico del Rió Cauca, lo
que sí habría sido moderno y significado su progreso.
Un centro de
convenciones en el sur seria otro golpe para el centro tradicional de Cali sin
que signifique la consolidación de un subcentro en esa parte de la ciudad.
Allí, pese a que hay importantes equipamientos cívicos, comerciales, educativos
y de recreación, están totalmente incomunicados arquitectónicamente unos de
otros por lo que no se conforman espacios urbanos significativos. Para esto se
necesitaría un proyecto mas amplio que desde luego precisa mas tiempo.
Implicaría, además, que las demandas de transporte colectivo con las que se
planifico el MIO, de y hacia el centro tradicional, comenzarían a cambiar, justo
cuando comienza a ser construido.
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