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La carretera al mar. 07.10.2004


Cali está donde está porque fue aquí en donde Belalcazar encontró por fin una salida al Pacifico que le permitiera comunicarse con la Corona Española sin pasar por Pizarro y obtener su Gobernación. Por el cañón del Dagua salio Efraín para que su amor siguiera romántico y por ahí regreso con su pasión mas viva que nunca para encontrarla ya muerta. Por allí entró a lomo de mula el altar mayor de la iglesia nueva de San Francisco y la pesada maquinaria de Manuelita, el primer ingenio azucarero del país. Con el tren y el Canal de Panamá llegó después la industrialización y la modernidad y con ellas el nuevo Departamento del Valle del Cauca, y el Art deco, el Español californiano y la primera Arquitectura moderna que cambiaron la imagen de sus ciudades coloniales sin destruirlas como si pasó después. Antes que Barranquilla Cali fue la ciudad mas cosmopolita de la primera mitad del siglo XX en Colombia gracias a Buenaventura. Por allí ha salido mas de la mitad de todo el café y todo el azúcar que ha exportado este país. Por ahí todavía llegan los carros de los que ahora nos proponen el despropósito de un nuevo puerto con carretera y todo sobre el Pacifico.
Las razones para oponerse a Tribugá fueron ya expuestas con toda claridad por Germán Patiño y Francisco José Lloreda en sus columnas de El País en días pasados. Por supuesto lo que habría que hacer en cambio es convertir la Carretera al mar en toda una Autopista al mar. Para Buenaventura, la segunda ciudad de la región, es muy importante estar mas cerca de la capital del Departamento, con todo lo que esta le puede ofrecer, y seguir siendo el mas importante puerto del país. Y para los caleños, la cuarta parte de los cuales es de allá, seria definitivo poder ir en cerca de una hora a almorzar al Hotel Estación o a la Galería o a nadar en el mar en La Bocana o a ver las ballenas jorobadas mar adentro hasta Malpelo o experimentar la imponente furia del Pacifico en Ladrilleros: a Cali lo que le falta es playa y mar pues ya cuenta con una brisa tan maravillosa que pareciera viniera del mar, y Buenaventura siempre fue su puerto. El agobiado río Pance tendría un justo descanso y el Kilómetro 18, con su niebla y frió, y la represa del Calima, que algún día volverá a tener agua, estarían mas cerca.
Hace un tiempo la segunda calzada a Buenaventura se descarto dizque por que no había trafico suficiente, pero lo que los burócratas de turno no se imaginaron y en consecuencia no midieron es que una verdadera autopista al mar lo generaría con creces no solo desde Cali sino también desde Santander de Quilachao, Palmira, Buga y Tuluá. Desde el Valle todo pues su importancia desde luego no sería apenas la del transporte de mercancías para el TLC sino la de citadinos en busca de la recreación insustituible que es el mar. Pero también la de la selva que se recorre en estas latitudes para llegar al Pacifico y en donde está buena parte de la biodiversidad que hace de Colombia el segundo país en el mundo en este aspecto. Por supuesto no sobra decir que una verdadera autopista es mas fácil de vigilar que una simple carretera. Lo paradójico es que tal vez seria la presencia cercana del océano lo que nos permitiría superar esa apatía que nos impide hacer algo para llegar a él mas pronto: al fin y al cabo las ciudades de verdad suelen estar junto al agua.
         

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