Muchos dicen de frente que detrás de
ellos hay un negociado y la realidad es que entre nosotros con frecuencia es
cierto aquello de que piensa mal y acertaras. Pero lo cierto es que el
Municipio en lugar de tapar los huecos de las calles las está llenando de
turupes. Nuevamente hay en la ciudad una epidemia de policías acostados y esta
ves mas virulenta: una docena de ellos solo en el Callejón de la Chuchas. De
nada sirvió que los que pusieron hace un año largo en El Peñón tuvieran pronto
que ser retirados. No aprendimos que los reductores de velocidad no se pueden
poner alegremente en cualquier parte pues hacen consumir mas combustible, con
su correspondiente contaminación, causan accidentes, dañan los carros y
escasamente reducen la velocidad antes y después, pues una vez superados todo
el mundo trata de recuperar el tiempo perdido.
El
mejor remedio sería no seguir diseñando mal seudo autopistas y vías rápidas en
medio de la ciudad y hacer un metro de verdad por la actual vía férrea. Pero
desde luego hay que resolver mientras tanto los cruces existentes de los
peatones y los automóviles con un diseño de verdad que no es apenas vial sino y
sobre todo urbano; de ingenieros pero también de arquitectos. Eso es lo que
esta haciendo bien y con mucho éxito en Drachten, en el norte de Holanda, el
ingeniero Hans Moderman: calles sin señales y conductores pensantes (El Tiempo
30/01/2005, tomado de The New York Times). Solo cuando los automovilistas y
peatones dejan de atenerse únicamente en las señales y comienzan a ver a otras
personas como ellos en un espacio compartido, sostiene, los cruces se vuelven
mas seguros para ambos.
Desafortunadamente no
es posible pasar por un atajo de nuestro subdesarrollo a la urbanidad de los
Países Bajos. Aquí las calles están llenas de huecos y, ahora, de turupes, los
carriles están borrados y son irregulares y discontinuos, los semáforos son
escasos, están con frecuencia dañados, sobre todo las señales para los
peatones, y no tienen tiempos para estos. Hay que cruzar junto con los carros
que tienen la vía, con el agravante de que los que giran nunca permiten que los
peatones terminen de pasar sino que les avientan el carro encima. En muchas
partes hay que correr. Allá aprendieron a respetar andenes, carriles y
semáforos hace muchos años y, sobre todo, la gente es definitivamente mas importante
que los carros; por eso ahora pueden confiar en que los conductores, por
iniciativa propia, respetaran aun más a los peatones.
Allá
la belleza del espacio público es lo que disuade a los automovilistas de correr
por las calles como si estuvieran en una pista de carreras, y lo placentero de
los andenes sencillos, llanos y muy amplios, en donde se camina con seguridad
mirando a los demás, hace que los peatones solo crucen por las esquinas sin
necesidad de señales. En cambio aquí nuestros policías acostados están es
muertos, que es como los llaman en Panamá con mas propiedad pues no pueden ver
y mucho menos pensar. ¿Cuándo entenderemos que el cruce de los carros con los
peatones no se soluciona con inútiles puentes peatonales e incómodos y
peligrosos reductores de velocidad sino con semáforos coordinados, con luces y
tiempos para los peatones, y con una férrea autoridad para hacerlos respetar?
¿Hay que traer al ingeniero Moderman para que nos abra los ojos?
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