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La arquitectura en Cali. 26.07.2007


En las 25 obras consideradas las mas destacadas en el país desde 1981 por un muy respetable y completo comité que las escogió para la edición del aniversario de los 25 años de la revista Semana (2007), solo hay una de Cali; las demás están en Bogotá y Medellín, o en Cartagena, Inzá y Bucaramanga pero realizadas por arquitectos que trabajan en la capital. Igualmente, entre las 42 obras de la exposición Arquitectura en Colombia y el sentido del lugar, últimos 25 años (2004), realizada por la SCA de Bogota y Cundinamarca, actualmente viajando por todo el mundo, solo hay tres de Cali pero una de ellas diseñada en Bogotá. Finalmente, del total de 46 obras premiadas en las últimas 12 Bienales Colombianas de Arquitectura apenas hay 4 en Cali, una de ellas proyectada conjuntamente con arquitectos de Bogotá.
          Y solo una, el reciclaje de una sencilla vivienda en San Antonio, “entre la reflexión teórica y la respuesta proyectual“, como la considera el comité de Semana, está presente en estos tres importantes eventos que abarcan un periodo de la arquitectura colombiana que podríamos considerar como el de su pos modernidad.
          Por lo contrario, hace medio siglo buena parte de la mejor arquitectura moderna que se hizo en Colombia estaba en Cali. Por su parte, aunque en rigor aquí hubo en el siglo XIX muy poca de la llamada arquitectura republicana, los edificios, ya moderno-historicistas, de principios del XX son, junto con los de Barranquilla, de los mejores de Colombia. Y sin duda la Torre Mudéjar, de finales del siglo XVIII, es uno de los mas importante edificios coloniales no solo del país, lo que llevo a Santiago Sebastian a llamarla la mas bella de América; y no era la única pues estaba también la de San Agustín (luego Santa Librada), y quedan La Merced y las grandes y bellas casas de hacienda coetáneas, como Sachamate, Cañasgordas y Arroyohondo.
          Desde luego que en Cali hay otras obras que merecerían estar en los eventos mencionados, pero la realidad es que son pocas y que pese al auge de la construcción en las ultimas décadas y a que sus dos escuelas de arquitectura ocupan año tras año los mejores puestos en las pruebas de estado, su arquitectura ya no es tan buena como la de antes, la que de contera demolemos sistemáticamente como el hotel Alférez Real, el Palacio de San Francisco o varias muy buenas casas de Borrero Zamorano y Giovanelli, Lago y Sáenz o Heladio Muñoz, o la desfiguramos, como el bellísimo Club Campestre o el San Fernando original.
          A partir de los Juegos Panamericanos de 1971, la implantación del sistema Upac pocos años después y la penetración de la cultura del narcotráfico, ha primado el mercantilismo y la moda trasnochada de las revistas de moda tan cara a los nuevo ricos. No es sino ver los centros comerciales, o los conjuntos de vivienda paradójicamente diseñados muchos en Bogotá. Son miles de metros cuadrados construidos que hubieran podido tener mejor arquitectura, conformando una mejor ciudad y por lo tanto propiciado una mejor calidad de vida en ella. De ahí lo importante de la importancia que Semana le dio a la arquitectura y a la obra y figura de Rogelio Salmona en la edición mencionada.


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