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La Rita. 20.10.2005


Esta casa de hacienda del siglo XIX se encuentra en la rica región cañera de "LLanogrande", cerca a Palmira, y formó parte de la antigua hacienda de los jesuitas de La Concepción de Nima, la que tomó el nombre de Hacienda Real tras su expulsión en 1767. En 1840 George Henry Isaacs Adolfus, el padre de Jorge Isaacs, compró parte de las 3.859 plazas del enorme fundo llamándola La Manuelita en homenaje a su mujer. Después intentó parcelarlo en cuatro partes que son las mencionadas en María como "las haciendas de tierra caliente de mi padre". La Rita era la única de toda la propiedad con trapiche y casa, y allí pasó su infancia el escritor. En 1864 el predio fue rematado y pasó a manos de una sociedad entre Pío Rengifo y Santiago M. Eder, la que se disolvió en 1867, cuando Eder adquirió todos los derechos.
Establecido en la casa, a la que se habían hecho substanciales mejoras como al mobiliario y menaje de sus numerosas dependencias, Eder dedicó la hacienda al cultivo del café con semillas y técnicas modernas de siembra importadas de Jamaica. Hizo semilleros y practicó la poda y el sombrío adecuados, todo lo cual fue novedad en una región en donde los cafetos crecían silvestres. Fue un cultivo piloto que a poco se convirtió en el más importante de la provincia. En 1878 era una imponente y uniforme plantación de 80.000 arbustos, con rendimientos de 100.000 libras de grano por año, que contaba con beneficiaderos y demás construcciones necesarias para el manejo del grano.
            Del conjunto construido sólo se conserva la casa, que es del período de transición entre lo colonial y lo republicano. Localizada en el plan, tiene una nave de un piso sobre un basamento y corredores diferenciados tras el cierre de los extremos de la galería periférica inicial. Sus fachadas son todas simétricas lo que, con la sobre elevación, le da mayor dignidad. Los muros son de adobe, encalados y con un pequeño zócalo rojo oscuro. Los pisos son de madera y la cubierta fue de par y nudillo, a la que se agrego un cielo raso en el interior, a ras del cual se pueden observar los tirantes y cuadrales de las esquinas, cuidadosamente tallados, del recinto central y de uno de los de los extremos. Las barandas son de falsos bolillos. Las zapatas y piederechos, muy parecidos en su perfil a los de La Merced, están muy tallados, girados y con intercolumnios regulares. Unas y otros son de color verde oscuro. Las ventanas son muy sencillas y tienen rejas de madera. La  pequeña escalinata que baja al jardín del frente es similar a la de El Paraíso. O tal vez, al revés.
La casa fue recientemente reparada sencilla pero cuidadosamente por la arquitecta Sandra Giovanelli. Pero es preocupante que en Manuelita no sepan aun a que va ha ser destinada. Una posibilidad podría ser que siguiendo el buen ejemplo de Providencia (el malo fue haber abandonado hasta su total destrucción El Alisal) la convirtieran en museo; un museo de Manuelita, que tanta y tan interesante historia tiene. Tambien seria factible que al tiempo se hagan allí diferentes tipos de eventos. Si cada uno de la docena de ingenios azucareros que hay en el valle geográfico del Rió Cauca se apersonara de algunas de las muchas casas de hacienda, de mayor o menor importancia, que están en sus predios o los de sus proveedores, se podrían salvar muchas de ellas. Sería su deber.


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