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Medio siglo de bienales. 02.09.2004


Durante los últimos 42 años las Bienales colombianas de arquitectura han jugado un importante papel en la evolución de la arquitectura colombiana. Junto con la revista Proa, desafortunadamente ya desaparecida, en las 19 bienales que se han realizado desde 1962 está buena parte de la historia de la arquitectura moderna en Colombia. Es el evento mas importante, divulgado y conocido del tema en el país, pero lo ha sido casi exclusivamente en el ámbito de la profesión, sobre todo últimamente, ya que a los medios y a la gente solo parece interesarles lo que tengan de escandaloso, folclórico y hasta humanitario como paso con la última.
Alarma que lo que se muestra y premia en ellas, pese a que la arquitectura es con el lenguaje lo que mas notoriamente identifica a una nación, no sea del interés de políticos, intelectuales o periodistas. Las ciudades y edificios no parecen tener entre nosotros un valor cultural, salvo algunos de los coloniales, ni tener que ver con la identidad nacional. Así ocurre, por ejemplo, en textos oficiales como Cultura en el TLC (Lecturas Dominicales, El Tiempo 08/08/2004) de María Consuelo Araújo, Ministra de Cultura. El hecho es que a la arquitectura, sobre todo a la actual, no se le da la importancia que se le otorga a la literatura y a ciertas artes, especialmente a la pintura.
Sin embargo, es evidente la importancia cultural de muchos de los edificios premiados, mencionados o simplemente seleccionados. Pero preocupa que las bienales han estado centradas en Bogotá o en los arquitectos bogotanos o que han estudiado allá, y que cuando se hace su historia, obras como la de Borrero, Zamorano y Giovanelli, Lago y Sáenz o Samuel García (todas estas en Cali), es como si no hubieran existido por la simple razón de que fueron anteriores a su inicio. O hay casos como el de Simón Vélez, ausente totalmente de ellas por la simple razón de que nunca ha querido participar y no se ha hecho nada efectivo para que lo haga.
Curiosamente, pese a las importantes ausencias anotadas, la presencia de Cali en las bienales ha sido permanente. No solo con obras, que han obtenido además premios, sino con jurados y críticos. Y la seccional del Valle del Cauca de la SCA fue la primera en instituir una exitosa muestra regional, la cual va en su sexta edición. Pero preocupa que el papel de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle, fundada mucho antes del inicio de las bienales y una de las mas importantes del país, no haya sido mas destacado, como sí lo ha sido el de otras facultades contemporáneas a ella, como la de los Andes o la Nacional.
En las últimas bienales se puede ver la búsqueda de algunos de una arquitectura propia pero lo que parece importarle a muchos es que sea diferente a la de Rogelio Salmona (cuatro Premios Nacionales, un Premio al Diseño Arquitectónico, el Premio a la Excelencia y dos Menciones de Honor), y no se distingue entre la exploración seria de las tradiciones y la simple especulación folclórica. La ecoeficiencia apenas se abre paso y el contexto, urbano o rural, poco se considera. Antes de pasar de las bienales colombianas de arquitectura a las de arquitectura colombiana habría que transformar lo que hasta ahora ha sido un concurso en una muestra de la mejor arquitectura reciente del país; y ocuparse de su correcta divulgación y socialización.

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