Si
entendemos la guerra en tanto que la extensión de la política por otros medios,
como bien la definió el general prusiano Karl von Klausewitz en su celebre
tratado del Siglo XIX (De la Guerra), quien luchando contra su propio país no
hacía mas que utilizar la guerra para liberarlo del yugo francés, entonces el
terrorismo vendría a ser el extremo de esos medios, que por consiguiente son
diferentes a los de la guerra y desde luego a los de la política, pero no
totalmente ajenos a ellos.
En la medida en que busca precisamente
aterrorizar a muchos para lograr un propósito que no se puede lograr solo con
la política ni aun con la guerra, es necesariamente un hecho urbano. En el
campo hay asesinatos y masacres pero por su baja densidad habitacional no es
posible aterrorizar a mucha gente, a menos de que se realice en una cabecera
municipal o en una sencilla vereda el día de mercado con lo que comienza ha ser
urbano. Es decir que afecta a la mitad de la población del mundo, que es la que
actualmente vive en las ciudades sin posibilidad de volver al campo.
Y forzosamente moderno pues si bien se puede disparar una guerra
matando a un archiduque con una simple pistola, que mas que terrorismo es un
magnicidio, ahora unos cuantos terroristas, uno por cada avión, digamos, pueden
engañar a 15 fundamentalistas mas, diciéndoles que se trata de secuestros
masivos, y estrellar a gran velocidad y casi al mismo tiempo tres grandes
aviones repletos de combustible altamente explosivo contra las Torres gemelas y
el Pentágono.
Esto es lo aterrador del terrorismo actual: no mas de 25 terroristas
(contando los que posiblemente no estaban suficientemente enterados) pueden
matar cerca de 3.000 personas, destruir varios edificios entre los que se
contaban dos de los mas grandes y altos del mundo y aterrorizar a millones de
ciudadanos gracias al enorme desarrollo de la tecnología en el ultimo siglo. Con
todas las consecuencias de las que llevamos tres años quejándonos y que van
desde la incomodidad y dificultad de viajar hasta la guerra de Irak y la caída
de Aznar.
Pero lo mas aterrador es que tal parece que los terroristas, sobre todo
los que se inmolan, encuentran su satisfacción mas en el ejercicio de su poder
que en sus logros, los que casi nunca obtienen. Son como esos violadores que
derivan su placer no en el sexo sino en el terror que causan. En todo caso son
personas enfermas, o, si se quiere, incivilizadas, si se entiende que la ley y
la política son inventos del hombre para controlar su natural comportamiento
animal al que desde el inicio de la humanidad su otro gran invento, la
tecnología, le ha permitido llegar a peligrosísimos extremos ahora que sus
posibilidades ya no son solo de película.
No se sabe bien que pasó con el cuarto avión, pero algo parece indicar
que los pasajeros decidieron no ir al matadero como ovejas. Haya o no sido así,
lo que es claro es que contra el terrorismo no se puede luchar solo con los
medios de la política y ni siquiera con los de la guerra. Que lo decisivo es lo
que hagamos los ciudadanos frente a él. O nos comportamos individualmente
metiendo la cabeza en un hueco para ignorar lo que nos amenaza, que es lo que hacemos
en Colombia, o nos unimos como ciudadanos modernos del mundo. Pero el problema
es que aquí y en muchas partes aun somos poco ciudadanos y poco modernos.
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