Allí hay cosas únicas en Cali como
algunas casas, su capilla mudéjar, el Teatro mágico del sabor de Michael Lynch
o la Pastelería y Repostería de Gali Paz-Zahavi. No hay casi construcciones
abandonadas o que amenacen ruina. Poco a poco se mejoran mas viviendas y cada
vez con mejor criterio. Los feos e inútiles enchapes ceden el paso a fachadas
sencillas y blancas. También se recuperan los viejos paramentos de las calles,
como lo permite desde hace unos años la nueva reglamentación. Así, el barrio ha
recuperado algo de la belleza que se registra en las fotos de Alberto Lenis de
principios del siglo XX. Sin embargo, al contrario de las calles desocupadas
que se ven en ellas, las de ahora son cada vez mas animadas. Pero al mismo
tiempo la última feria transcurrió allí con mayor discreción y las fiestas ya
no duran hasta la madrugada. Las cuadras van recuperando su “sereno” y hay mas
seguridad.
Lamentablemente quedan aun muchos
propietarios individualistas que aun no han aprendido a considerar los derechos
de los demás y respetar la reglamentación del barrio. No entienden que lo
público prima sobre lo privado. Insisten en hacer terceros pisos prohibidos
poniendo en riesgo las construcciones vecinas en caso de un temblor. Construyen
torpemente en sus irremplazables patios. Eliminan sus viejos y protectores
aleros. Pintan sus casas con colores chillones y ponen dudosas pilastras, en
contra de las normas. Hacen ruido poniendo su música a todo volumen. Remodelan
a su modo los andenes como si fueran parte de su vivienda o para acceder a
garajes mal resueltos o los ocupan para vender mercancías e incluso se han apropiado
totalmente de algunos, obligando a los peatones a caminar por las calzadas
causando accidentes.
El Consejo de Monumentos Nacionales
se debería ocupar mas de San Antonio. Y el barrio está en mora de tener una
corporación similar a la de la Candelaria en Bogotá, con mayores alcances y
presupuesto que los de las organizaciones comunales actuales. Esta debería
diseñar y gestionar sus obras públicas, coordinar las iniciativas privadas como
las de la Cámara de Comercio, a la que hay que agradecerle que se ha ocupado de
San Antonio durante años, y autorizar y controlar las construcciones
particulares. Proyectos todos que se tendrían que exhibir públicamente para que
los vecinos tengan suficiente tiempo para opinar sobre ellos. También es urgente
que estos conozcan de primera mano la reglamentación existente para que se
beneficien de ella y vigilen que se cumpla a cabalidad.
Sería muy bueno restringir la
circulación de automóviles en la Carrera sexta y unificar las demás calles a un
carril ancho que permita circular al tiempo que un carro esté parado
momentáneamente en la vía. Y destinar las áreas sobrantes a aumentar sus
estrechos andenes, los que también habría que regularizar y diseñar como parte
integral de las calles. Sería posible hasta hacer un par de plazuelas
arborizadas y con bancas, que sin duda hacen falta. Hay que habilitar mas
parqueaderos y utilizar mejor los ya existentes y obligar a que el reparto de
mercancías se haga con vehículos pequeños. También se deberían enterrar las
redes de energía y teléfonos y poner la iluminación de las calles adosada a las
casas, como se hizo en la Calle de la Escopeta, lo que mejoraría
considerablemente el aspecto del barrio.
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