El uso de las bicicletas en Barcelona
es cada vez mayor, lo mismo que en otras ciudades europeas, en donde las
holandesas fueron las precursoras hace mas de medio siglo (La Vanguardia
5/11/2003). Ya circulan 30.000 en la capital catalana, pero los conductores
piensan que, con un millón y medio de habitantes en su casco urbano, son un
obstáculo peligroso para el resto del trafico; los peatones se sienten
amenazados por los ciclistas, que van por donde quieren, y estos no se sienten
a gusto, pues la ciudad fue pensada en las ultimas décadas básicamente para los
carros.
Para resolver estos
problemas, y convencido de sus bondades como medio de transporte urbano, el
Ayuntamiento de Barcelona creará la Oficina de la Bicicleta, dependiendo
directamente del alcalde. No en vano satisfacen las necesidades actuales sin
usar combustibles perecederos, por lo que no comprometen los recursos de las
generaciones futuras ni contaminan el medio ambiente, y se ha demostrado que en
el 80% de su área urbana las pendientes no son un obstáculo y que, en
desplazamientos menores de ocho kilómetros, logran la misma velocidad que los
carros.
Su idea es
implementar en esta década una red de ciclorutas sin los errores de diseño
cometidos hasta ahora. Las de primera categoría serán de conexión rápida,
directa, segura y cómoda, y por su ubicación y trazado evitaran conflictos con
los otros usuarios de las vías públicas. Tendrán prioridad sobre los vehículos,
y los semáforos se adaptaran a ellas (como en Berlín). Las de segundo nivel
deberán ser seguras, agradables y conectadas entre ellas y con la red básica.
En una primera fase se construirán rápidamente estacionamientos para bicicletas
en todas las estaciones de transporte colectivo, dependencias municipales,
centros educativos y de salud, empresas con más de 50 trabajadores, comercios,
equipamientos deportivos y de ocio, playas, y agrupaciones y asociaciones con
cierta afluencia de gente. Los habrá de larga y corta
duración y, además de que la Guardia Urbana los vigilará, está previsto un
sistema de identificación centralizada accesible por Internet. Se piensa
también en su alquiler mediante camiones, adaptados con este propósito, para
prestar el servicio en diferentes horas y lugares, incluyendo los de interés
turístico. También se plantean itinerarios de acceso prioritario a los institutos
de secundaria, pues los jóvenes son los más interesados y de ellos depende que
en un futuro las bicicletas constituyan uno de los componentes principales del
sistema de transporte urbano de la ciudad.
En
Cali, con su clima, tamaño y topografía, deberíamos hacer mucho mas por las
bicicletas además de la “ciclovía” dominguera, que nada tiene que ver con el
transporte urbano y por lo contrario lo incomoda sin necesidad. Habría que
prever estacionamientos para ellas en todas las estaciones del MIO, y sitios
para transportarlas en los buses articulados; y hacer no solo las ciclorutas
previstas por el Compes sino también las propuestas en el concurso para el
diseño del espacio público afectado por el sistema. Evitando, eso si, los
errores cometidos en Bogotá y Medellín, cuyas ciclorutas habría que analizar
críticamente y no simplemente copiar por que están de moda. Y desde luego
comenzar por averiguar cuantas bicicletas hay aquí, quienes las usan, para que
y por donde.
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