El sistema de transporte colectivo dejó
en Cali de ser nuestro cuando en el
Gobierno Nacional decidieron hace unos
años que, como el de todas las demás ciudades colombianas que aspiraran a
tenerlo con ayuda del Estado, tenia que ser basado en buses articulados. La
decisión, tomada en la capital, no consideró en todas sus posibilidades la
circunstancia de la existencia aquí de un amplio corredor férreo que atraviesa
hoy la ciudad por la mitad, en una línea prácticamente recta y a nivel que la
conecta directamente con Yumbo y Jamundí y el resto de ciudades del norte del
valle del rió Cauca.
El
problema desde luego no es que la mayoría de los miembros de la junta de
Metrocali, la banca de inversión, los asesores brasileros y los proyectistas de
las estaciones del centro no sean de la ciudad, sino que no la conozcan a
fondo. Y que inexplicablemente ignoren los trabajos sobre Cali, desde el POT
hasta los diferentes planes parciales que lo perfeccionan y desarrollan. Es
significativo, además, que, con la excepción del presidente de Metrocali, el
representante del Alcalde, el viceministro del transporte y el director del
equipo de la Universidad Nacional, las demás personas que deciden por nosotros
no han asistido nunca a los foros finalmente considerados por Metrocali para
informar y debatir diferentes aspectos del proyecto.
Debemos
hacer que el MIO sea nuestro y no sólo de ellos. El viceministro ha repetido
que sobre el ingreso del sistema al centro de la ciudad, por ejemplo, el
respetará la decisión que finalmente tome el Alcalde, obviamente buscando
responsabilizarlo de decisiones que él y los representantes de Planeación
Nacional y el Ministerio de Hacienda, imponen fácilmente por ser mayoría en la
junta de Metrocali, pese a que las toman sin haber oído a las diferentes
personas y agremiaciones que han opinado al respecto. Y puesto que nosotros
pagaremos todos los sobrecostos, y no la Nación, deberíamos tener el derecho a
decidir sobre ellos sin la presión del gobierno central.
Sorprende,
por otro lado, que Asocaña (que reúne a los ingenios azucareros), Procaña (el
gremio de los cultivadores de caña), el Comité Intergremial y la Cámara de
Comercio no estén cabildeando para que los buses articulados usen como
combustible sólo alcohol producido por nuestros ingenios con nuestra caña y el
trabajo de los vallecaucanos, en lugar de funcionar con ACPM de mala calidad
traído de Barrancabermeja y que, al contrario del alcohol, es muy contaminante.
Aspectos estos que al parecer no interesan en Bogotá (al fin y al cabo tampoco
interesan en Cali), y de los que no se ha dicho ni una palabra ni aquí ni allá.
Pero
lo que raya en la tomadura de pelo es que los caleños no podamos consultar el
tal sistema operativo, con el que se justifican todas las decisiones en
Metrocali, con la disculpa de que el programa (brasilero claro esta) no se
puede correr pues cuesta mucho hacerlo. Será por su alto costo que el
presidente anterior de Metrocali decidió de un plumazo (es decir sin consultar
el programa) cambiar la troncal de Aguablanca, pese a que supuestamente es la
mas importante, por un tramo en la carrera primera, cuya única justificación
(no confesada desde luego) es que es el menos complicado de hacer. Así,
difícilmente el SITM será nuestro y por eso nos contentamos con llamarlo
tontamente MIO.
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