“Cali se queda sin andenes” titula El
País en primera pagina (08/11/2016) y les dedica toda una página interior. Pero
la verdad es que nunca los tuvo, como se ha repetido en esta Columna desde 2002
(Los andenes (?) de Cali, 25/04), al punto de que se ha dicho que cuando se
construyan su autor se quedará sin tema, y de hecho ha sido el contenido
directo de al menos diez columnas, y mencionados en muchísimas otras.
Antes había apenas estrechas aceras y
la ciudad colonial ni siquiera contaba con ellas, y los andenes de mediados del
siglo XX eran como los de los suburbios de Estados Unidos, estrechos y con una
franja vede (para depositar la nieve). E incluso en algunas urbanizaciones
glamorosas como Ciudad Jardín, pensada solo para los automóviles, ni siquiera
los había; ni aun los hay y la gente camina por las calzadas; los que caminan
claro.
Puede ser que finalmente todos en Cali
entiendan que un verdadero Plan Vial es para las personas y no para los carros,
y que el transporte público comienza en los andenes necesariamente, y debe
incluir varios sistemas. De trenes a peatones, precisamente, pasando por buses,
taxis y bicicletas, las que reemplazarían a las motos, hoy todo un problema por
falta de autoridad y de un eficiente transporte colectivo y la inexistencia de
uno masivo.
Se trata de un problema de cultura y de
entender que las ciudades son su escenario, como lo señaló Lewis Mumford en
1938 en La cultura de las ciudades, y
se ha repetido aquí, incluyendo lo de los andenes pues es en ellos en los que
es mas que evidente el respeto a los otros pero igualmente a uno mismo. Precisamente,
como dice Johan Huizinga (1872-1945) “…hay que crear cultura para conservarla” (Entre
las sombras, 1935, pp. 35 a 47).
Los andenes son de la ciudad y no de
particulares que cambian niveles y terminados, los ocupan con rampas y vados
para los garajes, estacionan carros o ponen ventas. El Municipio no ejerce el
control debido y por lo contrario los llena de postes y señales, y los que hace
son incompletos, las rampas para silla de ruedas mal diseñadas, y las guías para
los invidentes son un peligro. Y una amenaza para todos es que muchos peatones
tengan que circular por las calzadas por la falta de buenos andenes.
Su orden y mantenimiento son indispensables
para la seguridad de los ciudadanos, pero nadie se había responsabilizado antes
de esta situación, pese a que es toda una vergüenza para Cali, en donde se
piensa, mal, que la movilidad EN la ciudad (no DE la ciudad) es solo la de los
vehículos y que estos son apenas los carros particulares, y no primero la de los
peatones.
Mas el problema no es apenas cultural
sino económico. No porque los andenes sean muy costosos sino por que
precisamente no lo son, y por lo tanto no representan jugosos contratos como los
puentes, independientemente de su necesidad. Y también es un problema social, de
imagen urbana, pero la de todos los ciudadanos y no la del individualista que
“arregla” a “su” gusto el que considera “su” anden.
Y por eso es un asunto político, no de
la ”politiquería” que da votos, si no la de la polis ; tampoco la de una “imagen” si no la de lograr una urbs;
y una civis en donde los ciudadanos voten
a favor de su ciudad. Pero mas de la mitad ni siquiera vota y tal parece que tampoco
caminan por ella, o al menos no por su Centro ni por sus barrios tradicionales,
o lo hacen por la mitad de la calle: como en los pueblos pero sin la bella
gracia de estos.
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