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Arquitectos vs arquitectura. 28.04.2016


El hecho es que entre mas arquitectos menos arquitectura. Antes sólo la había para los grandes: dioses, sacerdotes, reyes, príncipes y señores. Hoy a cualquier cosa, en cualquier sitio, para cualquier uso, construida de cualquier manera, con cualquier forma y diseñada por cualquiera, se la llama arquitectura. Y mucha la premian, la publican las revistas de arquitectura y la aplaude la prensa. Es su vieja relación con el poder, el arte y el gusto, sólo que ahora son otros.
Avelina Lésper, en El fraude del arte contemporáneo, 2015, impugna convincentemente la idea de que el “significado” prevalece sobre las obras, cuestiona con ejemplos la enorme distancia entre las propuestas y las obras, y señala el problema ético de la copia. Y lo mismo sucede en la arquitectura contemporánea, al fin y al cabo también arte, con la llamada “arquitectura espectáculo” en la que prima la arbitrariedad de sus formas sobre el contexto urbano en el que se encuentra, y es irresponsable su olvido de la sostenibilidad, en sentido amplio, y de la seguridad, funcionalidad y confort.       
            Igual que en Colombia, por ejemplo, a todo el mundo con algo de dinero o poder se le dice doctor, a todo el que ha pasado por una de las muchas escuelas de arquitectura que hay, se le dice arquitecto, aunque en las obras dejan que les digan “ingeniero”. Pero como dice el chileno Alejandro Aravena, Premio Pritzker de 2016, si en las universidades entendieran que la arquitectura se trata de “construir, de la mejor manera posible, los lugares donde la gente vivirá, habría otros cursos, otros profesores” (EL Tiempo, Bogotá 13/03/2016). Como en Ithsmus, en Panamá.
          La arquitectura es el arte y la técnica de proyectar espacios para el ser humano, pues como insistía Rogelio Salmona no sólo es arte, según distintas circunstancias geográficas e históricas. Edificios que generan volúmenes que forman espacios urbanos que conforman ciudades.  Técnica que incluye la construcción (materiales, componentes, elementos, unidades, conjuntos, sistemas, tiempos y costos); la ergonomía (relación del cuerpo con muebles y espacios); la proxémica (uso cultural del espacio); la homeóstasis (cuerpo, psique y medio ambiente); la climatización (control pasivo o activo del clima); la acústica (manejo de sonido y ruido); y la Gestalt (percepción de formas, texturas y colores).
Ahora todos los que viven inevitablemente en ciudades (mas del 50% en el mundo y cerca del 75% en países como Colombia), precisan de una arquitectura mas ética y profesional. Que parta de las formas de los edificios y ciudades del pasado, aun actuales, pero buscando nuevas soluciones para unas construcciones de nuevo sostenibles y contextuales, para no dañar mas el planeta, el paisaje y las ciudades existentes, cambiándoles “la cara”, como tantos desorientados pregonan, en lugar de mantenerlas “jóvenes” es decir, significativas.
          Una arquitectura que en el trópico, ya sea frío, templado o caliente, debe ser diferente a la de los países con estaciones y desarrollados, pero que se imita por estar a la moda y salir en las revistas. Y unos profesionales que se ocupen de proyectar los espacios para la vida humana (arquitectónicos y urbanos) según los diferentes climas, relieves, paisajes y tradiciones de cada lugar. Que además sean construibles, habitables, seguros, sostenibles, funcionales, confortables y emocionantes, adecuables fácilmente y renovables y, finalmente, reciclables.

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