Esta plazoleta, en la Manzana T’ al frente del CAM, fue objeto hace unos años de un concurso público en donde se seleccionó un proyecto similar al que nos mostró la prensa hace unos días: ambos con estacionamiento subterráneo y espacio peatonal encima. O sea que no había ninguna razón para contratar de nuevo su diseño. Pero por supuesto la responsabilidad de este despilfarro del erario es de los caleños, quienes no exigen que sus alcaldes populares cumplan con el primer deber para el que fueron elegidos, hacer respetar la ley, que fue la razón por la que se hizo dicho concurso (ley 80/93). Como se sabe, construir un puente en donde no hay río es la metáfora de una recurrente estrategia de la corrupción pública, que consiste en adjudicar contratos sobre todo en épocas pre electorales.
Y si era necesario modificar el diseño existente, lo han debido hacer los ganadores del concurso. Tienen derecho a exigirlo y es obligación de la SCA, que lo organizó, hacerlo respetar. Además es preocupante la actitud de los diseñadores: no solo ignoran el concurso si no que creen que están haciendo algo “nuevo”. Como dice el arquitecto español Helio Piñón (Materiales de proyecto, 2009) “La ficción de que la arquitectura nace en cada obra es una de las patologías más insensatas en que ha incurrido la idea vulgar de modernidad: en efecto, solo un irresponsable –o un ingenuo- creerá en la posibilidad de prescindir de la experiencia en una actividad –como la arquitectura- que se asienta en una base técnica, debe satisfacer expectativas sociales y actúa con valores estéticos, es decir, históricos.”
Por supuesto el estacionamiento es necesario y ojala tuviera varios niveles. Pero no tenia sentido demoler sin necesidad los varios edificios que allí existían, como si fuéramos ricos, los que mantenía el proyecto premiado pues estaba en las bases del concurso, y que se podrían haber reutilizado para usos públicos, y al tiempo conservar sus tradicionales locales como el correo y Los Turcos. Y sin duda a Cali le faltan muchísimos andenes, plazoletas y parques, pero no es el caso de los alrededores del CAM, que si se hiciera también la plazoleta de la Avenida Colombia quedaría con cuatro, una a cada lado mas las dos que ya tiene al centro. Antes era como un barco surto en medio de una gran área verde pero ahora quedaría anclado en un mar de cemento, pues mas que plazoletas son grandes explanadas.
Mientras tanto, los destartalados y feos puentes peatonales que cruzan las vías que rodean el CAM están invadidos por limosneros y vendedores, quienes se sientan en las escaleras y extienden sus mercancías sobre las barandas dificultando el paso. Y los espantosos “baños” públicos que han instalado debajo del Puente Ortiz siguen desaguando directamente al río. Lamentablemente a los caleños no les interesa que se resuelvan estos problemas, y ven la ciudad, en tanto que artefacto, como algo que hay que poner a la moda y por eso permitimos que se demoliera innecesariamente el Batallón Pichincha, el Hotel Alférez Real y el Edificio Gutiérrez Vélez, donde funcionaba el correo al pie del río, y ahora nos llenamos de orgullo por dos inútiles plazoletas para que también sean invadidas, como lo están las calles del Centro.
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