Las ciudades andinas están al lado de altas y verdes montañas, y no del mar o anchos ríos como las europeas o norteamericanas, las que no debemos imitar acríticamente aunque vengamos de las primeras. Casi todas las nuestras tienen su entorno natural arriba y en frente y no solo abajo y en el horizonte. Cali, por ejemplo, está abrazada a sus dos Cerros Tutelares y recostada en la ladera de una cordillera, y con otra al frente, muy alta, al otro lado del Valle. Su componente vertical son los cerros, y no los rascacielos como en Nueva York, que son por ello importantísimos elementos de un paisaje en el que estriban las tradiciones, orgullo y arraigo de sus habitantes. Pero no entendemos su gran potencial panorámico para el trazado y normas de la ciudad.
Al contrario de Walter Burleigh Griffin, colaborador de Frank Lloyd Wright, quien en 1913 diseño a Canberra, la nueva capital de Australia, aquí a nadie se le ocurrió trazar las nuevas avenidas rematando en los cerros, en cuyas faldas permitimos la construcción de edificios altos con la misma miopía con que no obligamos a que estos se levanten a todo lo largo del corredor férreo. Allí sí podrían mirar los cerros, las cordilleras y nuestros cacareados Farallones, que tal parece que sólo existen en el escudo de la ciudad. Y por supuesto habría que rescatar la cuenca de nuestros siete ríos, especialmente su cauce urbano, principiando por el Rió Cali, que llamamos desde su fundación “de la ciudad”, aun bello a pesar de que Cali hace tiempo no es el sueño atravesado por un rió que cantó Eduardo Carranza.
De ahí la importancia de la oportuna iniciativa de CORPOCERRROS, impulsada por el administrador de empresas Silvio Barberena, para realizar lo mas pronto posible un POT para la zona. Pero como es poco probable que se cumplan a cabalidad sus normas, ya que según Planeación el 85% de las construcciones de Cali no lo hacen (El País 25/09/2008), es urgente pensar en una estrategia complementaria para conservar la Cordillera Occidental, sobre todo a la altura de la ciudad. Seria similar a la que propone el arquitecto Iván Escobar Melguizo para el río Cauca y sus afluentes, o incluso la misma pues parte de ellos nacen allí. En otras palabras, se trataría de replantear las funciones de la CVC, y dotarla de un presupuesto anual al menos igual al que desde hace años tiene la corporación del Río Magdalena.
Y habría que re diseñar las calles de Cali teniendo en cuenta su paisaje urbano y natural para que también deparen emociones que mejoren la calidad en vida en la ciudad. Hay que recuperar para la arquitectura su conformación (Jane Jacobs, Vida y muerte de las grandes ciudades, 1961), considerando el emplazamiento de sus edificios monumentales, lo que tan bien entendió en Sydney Jorn Utzon (quien acaba de morir), con su famosísima Opera, y reinterpretando lo tradicional, como lo acaba da hacer I. M. Pei con su nuevo Museo de Arte Islámico en Doha, mientras que los edificios comunes tendrían que a ser contextuales pero mirando cordilleras, cerros y ríos. Entretanto tanto hay apoyar la campaña educativa y ambiental de Futuro Verde para recuperar las Tres Cruces, comenzando por poner sus 90 antenas en una sola torre alejada de ellas.
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