Preocupa el desdén hacia la Ley de los que insisten en un parque temático en el actual Parque del Acueducto. Desde la Administración Municipal, que no ha respondido la solicitud de mas de cien arquitectos pidiendo que se acaten las normas urbanísticas, hasta la Cámara de Comercio que después de haber asegurado que su proyecto estaba “congelado, trato de convencer a sus firmantes sin proponer que dichas normas se modificaran o de demostrar que no aplican. Y pese a que fue nueva y enfáticamente rechazado el que se haga allí, lo presentó a los columnistas de El País no obstante que la mayoría ya han sugerido que se haga en otra parte. Desde luego lo serio sería “socializar” el respeto a la Ley, pues según Planeación el 85% de las construcciones de Cali no tienen licencia.
Y si bien se precisa formación profesional y experiencia para prever en las imágenes de un proyecto arquitectónico su realidad ya construido, es fácil ver si cumple las normas. Al Parque del Acueducto no se le pueden agregar construcciones por ser un Jardín Histórico. Y como es vecino a un Monumento Nacional, la Capilla de San Antonio, y un Bien Patrimonial de Cali, el Acueducto de San Antonio, también se precisarían conceptos favorables del Concejo de Monumentos Nacionales y del Comité de Patrimonio del Municipio. Además, como dice Nieves, que poco se equivoca, “los parques son para oxigenarnos y no para urbanizarlos ni para edificarlos”. Insistir en hacerlo allí, que por lo demás es una propiedad de Emcali, llevaría a que tuviera que ser reducido drásticamente, lo que estaría en contra de su propósito.
Es tiempo de que alguien explique las relaciones de la Cámara de Comercio con el Municipio, pues cada vez mas acomete funciones y proyectos que debería estar haciendo la Administración Municipal, precisamente elegida popularmente para eso. Sobre todo sus proyectos financiados con los impuestos a los contribuyentes, como los dos mil millones que ya cedió el Concejo para el Parque del Agua, y buena parte de los cincuenta mil que costaría, que también saldrían de sus bolsillos, los que podrían aumentar si consideramos la experiencia del Mio, cuya veeduría llevó la Cámara, y hoy en muchos problemas. Aparte de que se estaría privatizando el uso y la administración del espacio público de la ciudad, pues el Parque del Acueducto, gratis y para todos, pasaría a ser un parque temático, pagado y restringido.
Por supuesto nuestro desorden urbano se debe al incumplimiento de las leyes que se acuerdan periódicamente para tratar de controlarlo. Pero también por que se obvian permanentemente para favorecer determinados intereses. Es en lo que deben estar esperando los que por encima de todos y del Parque del Acueducto necesitan que se comience allí una obra, mientras dicen de boca para fuera que hay que cumplir las normas. Son las consecuencias de una ciudad híbrida en la que no existe una cultura urbana. O, mejor, que apenas comienza a formarse, precisamente de la mano de todos los que defienden la memoria de un pasado presente en su parque, el que quieren que se conserve como tal para su futuro, y no como pasó con nuestras cinco alamedas cuyo sacrificio total al Mio también se hubiera podido evitar.
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