La tradición colonial de Cali es la islámica de manzanas, casas de patios y solares, calles paramentadas, soco y mezquitas -su único gran espacio urbano público-, propia de una sociedad teocrática. Aquí, como en Quito y Lima, hubo un foco mudéjar que nos dejó nada menos que nuestra Torre. Pero décadas después de la Independencia su Plaza Mayor se volvió el Parque de Caicedo, siguiendo a la capital que ya había seguido al París revolucionario. Y a principios del XX, con la construcción del Acueducto de San Antonio, se hizo un parque grande, a la inglesa, de prado, árboles, senderos y alguna fuente, similar por su topografía y relación con la ciudad al Common de Boston. Pero en nuestros pueblos permaneció el urbanismo colonial y se sumo el hacha de la colonización antioqueña, y por eso algunos lo ven, pese a estar bien cuidado por Carrefour y usado por muchos, como un terreno ocioso, sub utilizado o abandonado, ideal para construir algo, o no entienden que su vegetación, fauna y carácter sufrirían con mas edificios, o confunden estos con la ciudad y el vidrio con lo actual.
En las ciudades grandes y alejadas del campo estos parques son el esparcimiento de muchos ricos y el único de todos los pobres. Allí caminan, trotan o montan a caballo como en Hyde Park en Londres, o hacen peroratas en su famosa esquina, hay desnudistas como en el Tiergarten de Berlín, o prostitutas como en el Bois de Boulogne o niños que navegan veleros en el estanque del Jardín de Luxemburgo, y hasta ese personaje que vivía en un árbol del Central Park de Nueva York. Muchísimos los disfrutan cruzándolos en bicicleta, o en carro, como es el caso emocionante del nuestro en donde además se vuelan cometas. Son, de distintos tamaños, como el Parque Güell o la Ciutadella en Barcelona, el del Retiro en Madrid o el de María Luisa en Sevilla. En San Francisco está el Golden Gate Park y Presidio Hill, y en Ciudad de México “pos” el Bosque de Chapultepec. En Rio el Parque Nacional de la Tijuca, y en Buenos Aires Palermo. El del Ejido en Quito, el Cerro del Ávila en Caracas y el de Ancón en Panamá. Lima, Santiago y La Paz los deben tener.
¿Como no recordar lo que se siente entre la penumbra de los árboles y la música del agua en el Bosque de la Alhambra o en los jardines de El Generalife, cuando se trepa por la Colina de San Antonio a su capilla mudéjar, que la corona junto con los edificios español californiano del Acueducto de San Antonio, cuyas sonoras acequias y su alta torre se descubren mas arriba? Pues estos parques suelen tener edificaciones, desde el enorme Metropolitan Museum hasta el pequeño Teatro del Parque Nacional en Bogotá. Pero ocupan, proporcionalmente, una mínima parte, al contrario del CAM, por ejemplo, que por eso no es un gran parque. El del Acueducto es el único de su tipo en Cali y el mas bello. Ojalá su agua se llevara por atarjeas a la Colina de San Antonio, se conectara con el Mirador de Belalcázar y hubiera mas árboles alrededor del Teatro de los Cristales. Las normas no permiten hacer allí el Parque del Agua, pero en otra parte de la ciudad le sumaría uno nuevo en lugar de reemplazar un Jardín Histórico, y sería lo indicado ya que se trata de bienes y dineros públicos.
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