Ya
iniciado el año el pasado 22 de Diciembre, solsticio de invierno y día mas
corto en el hemisferio norte (hasta en eso nos decimos mentiras) vale la pena
pensar en Uruguay y no en Colombia, en Mojica y no en Santos, en la guerra de
verdad en las ciudades y no en la paz de mentiras en el campo, en votar en
blanco si no hay por quien y no en abstenerse. Pensar en La Habana y no en
Montevideo, en una ciudad en el trópico cálido y lluvioso de un grande y bello
valle interandino aunque no al lado del Caribe sino cerca al Pacifico.
Pensar
en Cali para que sea ciudad. En el agua, los peatones, el tren, el ruido y la
seguridad que son los asuntos que llevan a preguntarse si esta ciudad lo es de
verdad y no contestar con mas mentiras. ¿De donde se va abastecer de agua y
donde y como serán esos nuevos acueductos? ¿cuando se retomará el tren ligero
que hoy llamamos mejor de cercanías? ¿cuándo y como se va ha iniciar la supermegaobra
de hacerle andenes a Cali? ¿Cuándo se va
a controlar de verdad el ruido? todo lo cual redundará en mas seguridad.
La
verdad es que la mayoría de las muertes en Cali son por la falta de andenes y
semáforos sincronizados, lo que obliga a los peatones a caminar por las
calzadas y a cruzar las calles como puedan. Además la violencia comienza por la
invasión de la privacidad entre vecinos, principiando por el llamado ruido
ajeno. A lo que se agrega el problema de la movilización, que sólo se resuelve
con un verdadero sistema integrado de transporte publico, que comience en los
andenes y termine en el tren.
Pensar
en la sobrepoblación y el cambio climático, y en como proteger el agua dulce; y
no en “cambiarle la cara a la ciudad” con la cirugía plástica de cuestionadas
estrellas internacionales de la arquitectura espectáculo que ahora vienen a
“hacer la américa” pues se quedaron sin trabajo en Europa y Estados Unidos, y
ni China ni los países árabes alcanzan para
todos. Y tampoco hay que pensar en como “poner a Cali en los ojos del mundo” si
no en los de los caleños pues parece que no vieran ni cerros, ni ríos, ni
cordillera, ni árboles, y menos aun el patrimonio construido y la tradiciones.
Ni
como se despilfarra y roban sus impuestos pues creen que si no declaran renta
no los pagan, ni que con ese dinero que creen que no pagan también se
benefician igual que los que los pagan,
mientras que muchos sólo ven como evadirlos. De ahí que el mejor
propósito para este año sea la educación ciudadana. Enseñar a utilizar
responsablemente el agua y la energía y a molestar menos a los vecinos,
mientras se hacen andenes, ciclo vías y el tren de cercanías; y se logra el
milagro de que en este país haya justicia. Y equidad: dar a los caleños una
ciudad de verdad.
Repetir que
surgen por el
intercambio de bienes y conocimientos, la industria, la guerra y la religión (Pirenne). Que transforman al campesino en ciudadano,
y que sus deseos y necesidades convierten un sitio natural en un lugar
construido (La Blache) aislando un espacio en él para habitar civilizadamente (Ortega y Gasset) y que su fin es vivir bien (Aristóteles). Que concentran el poder de una
sociedad, son escenario y símbolo de su cultura y, con la lengua, la mayor
creación humana (Mumford). Que son un arte colectivo (Schneider) con teoría y
práctica propias (Rykwert, Sitte,
Moholy–Nagy).
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