En muchas ciudades por todo el mundo las normas exigen que los
edificios cuyos usos del suelo demanden
cierto numero de estacionamientos estos los deben proporcionar en su interior.
Pero cuando son locales pequeños y espontáneos cómodamente sus estacionamientos
se suelen dejar a las calles por lo que se exige pagar por hacerlo cuando es
por mas de un cierto tiempo y se instalan parquímetros, o se cobra directamente
por personal contratado con dicho propósito.
Es lo que se tiene
proyectado realizar en El Peñón, si es que sus apresurados opositores no logran
que la Alcaldía se eche para atrás, mas lo equivocado en este caso es no
hacerlo simultáneamente en todos los sitios que lo precisan como en San
Fernando o Tequendama por ejemplo, pues no son pocos los que en Cali lo
demandan para poder así contribuir a mejorar la movilidad en toda la ciudad,
cada día más entorpecida siguiendo como ya es costumbre a lo que acontece en la
capital.
Incluso en muchas calles
los estacionamientos se deben prohibir totalmente pues entorpecen el tránsito
vehicular, especialmente en calles estrechas con doble sentido de circulación y
sin separador, creando todo un caos vial, y que ahora hay que pensar también en
las bienvenidas bicicletas, como igualmente en las patinetas, más fáciles de
usar para muchas personas pero que precisan de control y mínima educación al
respecto para su buen uso y seguridad.
Y están esos
estacionamientos de hecho o que ilegalmente invaden los antejardines junto con
los andenes lo que impide que estos se amplíen, cuya estrechez y precariedad
obliga a los peatones a caminar por las calzadas junto con los carros
dificultando su expedita circulación y poniéndose en riesgo de ser
atropellados, siendo esta la causa de muchos accidentes en las calles de Cali.
Si en los pueblos los peatones tienen prioridad sobre los carros en esta ciudad
sucede lo contrario.
O, como es el caso muy
especial de San Antonio, parte del centro histórico de Cali, o de lo que queda
del mismo, en donde los carros estacionados impiden disfrutar de la vista de la
arquitectura tradicional del barrio, e incluso abusivamente dificultan el
acceso a los garajes o a las casas mismas, por lo que debería estar prohibido
el estacionamiento en la mayoría de sus calles, lo que de contera disminuiría a
su más conveniente proporción el número de restaurantes y locales.
Hay que entender que las
calzadas de las calles son esencialmente para que circulen los carros y
eventualmente detenerse por un momento y no para estacionar todo el día o buena
parte del mismo o por la noche. Otra cosa son los andenes en los que si no
molestan el paso cómodo de los peatones
se pueden poner bancas para descansar o incluso mesas de cafés y bares, y lo
mismo en plazoletas, plazas y parques, propiciando el muy conveniente encuentro
de los ciudadanos.
Amplios andenes que serían
óptimos en las centralidades peatonales que deberían presidir las nuevas
localidades de Cali Distrito Especial, unidas por un corredor vial entre las
Calles 25 y 26, no excluyente como han sido los anteriores proyectos al
respecto, sino integrado: tren, autopista urbana, par vial, andenes
arborizados, pórticos corridos y una alameda múltiple, generando un nuevo eje
urbano y regional para Cali, entre Yumbo y Jamundí, como lo ha propuesto un
grupo de profesionales adjunto a la SMP.
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