El numero cinco, gemelo del tres, principio, medio y fin, está
justo en la mitad de los primeros nueve números naturales, y es el usado para
contar elementos… con los dedos de la mano. Así,
el día tiene dos partes, y la de “día” lo conveniente es vivirla en
cinco momentos y dejar la noche sólo para dormir, a fin de realizar a la luz
del sol las otras dos de las tres actividades básicas del ser humano, trabajar,
que incluye estudiar para poder luego trabajar, y a descansar se dijo.
Al amanecer la noche es
aun mas fresca, aun en estos días en que el cambio climático ya no deja muchas
dudas, y comienza con el clarear del cielo y con frecuencia se tiñe la ciudad
toda de dorado antes de que el sol dé de lleno y horizontalmente en sus
edificios llenándolos de belleza hasta los mas feos, y por eso hay que
aprovechar para escribir antes de que aumenten los ruidos urbanos, y desayunar
temprano y abundantemente pero no como un rey sino como un inglés.
La mañana, que pese a
todo insiste en ser fresca, es el momento de trabajar, estudiar y enseñar,
justamente para aprender y poder trabajar mejor, por lo que es necesario alargarla
corriendo al menos una hora hacia la tarde el almuerzo, comiendo ahí si como un
príncipe, es decir con austeridad, y partirla en dos poco antes de las once con
las medias nueves aunque se deberían llamar onces, precisamente, y no a la reunión
o media comida de la tarde cuando el día comienza a refrescar.
Al medio día, por lo
contrario, el calor es el mas intenso y mejor que apenas un almuerzo tarde sí
que es conveniente una siesta corta pero en una gran hamaca en la sombra de un
corredor o mejor en la penumbra de un cuarto en donde las diferencias de
temperatura entre el exterior y el interior haga correr suavemente el aire, lo
que se puede aumentar meciendo la hamaca ayudando a su vez a dormitar apenas que
es en lo que consiste una verdadera siesta.
La tarde es para terminar
las tareas de la mañana y hacer vueltas y compras y al final, cuando baja la
brisa fresca de la cordillera y el cielo se llena de arreboles, leer, escuchar
música o ver cine terminado con unas onces, que se deberían llamar de cualquier
otra manera menos happy hour, porque
felices deberían ser todas; velada, por ejemplo, para
solazarse de algún modo, como la define el diccionario, con los compañeros o
los amigos si es que no son los mismos.
Al anochecer todas las
ciudades sí son bellas, y el silencio del conticinio,
cuando llega la noche, es mayor, y por eso hay que comer temprano como en el
campo. Pero los días en que aparece la luna en el horizonte y trepa lento por
el cielo son mas emocionantes y entonces lo procedente es cenar tarde, y comiendo bien y de todo y con
un buen vino y un mejor cigarro y al aire libre, no como un mendigo los que no
deberían existir si nos preocupáramos por la
verdadera paz.
Por eso mejor un
calendario lunar de 30 días (su ciclo es de 29, 5 en promedio) que en 12 meses
de cinco semanas de seis días, mas un domingo extra cada tres meses y uno o dos
mas al final del año, por lo del bisiesto, completaría los 365 días del tránsito
solar que determina las estaciones. Y habría Luna llena los mismos días de cada
mes, y con todos ellos Carpe Diem
otra vez, alargando el anochecer para disfrutar hasta
el concubio, cuando la gente se retira dejando reposar a la Luna.
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