μηδεν αγαν (nada en exceso)
advierte el Oráculo en el templo de Apolo en Delfos (s. IV a.EC., levantado por
Trofonio y Agamedes), pluralitas non est ponenda sine
necessitate (la
pluralidad no se debe postular sin necesidad) advertía William of Ockham (c.
1280/1288 – 1349), y el príncipe de Talleyrand (1754-1838) pensaba que toda
exageración resulta insignificante. De nada mucho le recordaba su papá al
arquitecto Carlos Campuzano, director
durante 16 años del Taller Internacional de Arquitectura que realiza la
Universidad de Los Andes cada Julio en Cartagena desde 1986. Y la verdad es que
hay mucho que aprender en las muchas posibilidades de este laboratorio…pero hay
que evitar los excesos para no caer en lo insignificante, eludiendo lo
formulado sin necesidad.
Los excesos en Cartagena,
precisamente, abundan en Bocagrande, como a veces en la obra de algunos
conferencistas invitados al taller, lo que demandaría un espacio para su sana
discusión. La que es imperativo hacer, y pública, con los nuevos proyectos que
eventualmente se acometan en el casco histórico de la ciudad. Precisamente este
es el tema de los ejercicios de proyectacion que adelantan los estudiantes.
Pero así como año tras año se ha logrado progresivamente evitar en sus propuestas
el exceso de altura, uso equivocado del vidrio y de insulsa “creatividad”
formal, en la realidad de esta bella ciudad, patrimonio de la humanidad, se
esta llegando al hecho aberrante de demoler casas enteras y conservar apenas su
fachada colonial, además alterada con vitrinas innecesarias.
Igualmente se está cayendo cada vez
mas en lo insignificante para atraer mas turistas, en lugar de los “flâneurs”
que recomienda N. N. Taleb (Antifragil, 2010) que igual consumen
igual o mas, con la torpe remodelación de espacios interiores para acomodar
locales comerciales y restaurantes, siguiendo la moda que, como se sabe, es el
buen gusto de los idiotas. Lo que pueden comprobar los estudiantes en la
“deriva” que realizan por la ciudad, que es mas que sólo un recorrido atento,
cuyos encuentros y enseñanzas poco a poco se han ido haciendo presentes en sus
propuestas. Afortunadamente, pues la arquitectura ya no es mas para los dioses,
y reyes y señores, sus representantes en la Tierra, como lo fue antes, sino para
la gente común, a la que hay que procurarle el cielo en vida y no sólo
prometérselo después de la muerte.
Eludir la pluralidad formulada sin
necesidad, es de toda arquitectura que trascienda. Lo que pasaron por alto las
“estrellas” internacionales que olvidando la recomendación de Le Corbusier de
considerar clima, paisaje y tradiciones (y en las ciudades andinas su relieve)
creyeron alcanzar el cielo con su espectáculo y cayeron en el infierno de las
demandas por “mala practica”. Justamente la ética del oficio es lo que pueden
aprender los estudiantes en Cartagena, mas que en un taller convencional, al
confrontar participantes y profesores de otras partes y en una ciudad muy
diferente, pues pretender ser original es un defecto como dijo Alain Chauvilliers
(1884-1953). Sus proyectos mas pertinentes deberían
permanecer unos días en el Museo Naval, sede del taller, para alimentar el
urgente debate ciudadano sobre ciudad y arquitectura, antes de que acabemos con
ellas…como está pasando en Cali.
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