Muchos edificios actuales no son sostenibles,
entre otras razones, por el uso generalizado del muro cortina de vidrio y las
plantas profundas que disponen el espacio habitable lejos de las fachadas
obligando a una mayor dependencia de los sistemas de ventilación y luz
artificial.
Un problema recurrente en el enfoque
sostenible es que no cuestiona el tipo de construcción subyacente. En su lugar,
sólo añade nuevos componentes “verdes”, tales como los sistemas mecánicos más
eficientes y un mejor aislamiento en los muros. Pero esta concepción de la
sostenibilidad “parche”, incluso cuando obtiene un éxito parcial, tiene el
inconveniente de dejar intactos la forma y el sistema estructural que las
genera. El resultado es a menudo que lo ganado en un área se pierde en otros
lugares o aparecen consecuencias o interacciones inesperadas.
Por
ejemplo, la adición de sistemas energéticos activos más eficientes tiende a
reducir la cantidad de energía utilizada y por lo tanto reduce su coste global.
Pero a su vez, este menor costo tiende a hacer que sus habitantes sean menos
cuidadosos con el uso de la energía, un fenómeno conocido como el aumento de la
eficiencia, que reduce los costos y aumenta la demanda -la “Paradoja de
Jevons”-, y a su vez el aumento de la tasa de consumo acaba con los ahorros
iniciales.
La lección es que no podemos trabajar con el
consumo de energía de forma aislada. Tenemos que considerar el concepto
energético de manera más amplia, incluyendo todos los factores involucrados.
Generalmente aparecen otras consecuencias no deseadas
Aunque estos criterios pueden parecer
abstractos, son exactamente el tipo de características logradas con los
llamados enfoques “pasivos” de diseño. Los edificios pasivos permiten a los
usuarios ajustarse y adaptarse a las condiciones climáticas, por ejemplo, al
abrir o cerrar ventanas o persianas, para conseguir la luz natural y el aire
requeridos. Estos diseños pueden ser mucho más precisos en la adaptación a las
circunstancias, ya que cuentan con diversos sistemas que cumplen más de una
función, como los muros que sostienen el edificio y también acumulan calor a
través de la masa térmica.
Además, tienen redes de espacios que pueden
ser reconfigurados fácilmente, incluso convertidos a usos completamente nuevos,
con modificaciones relativamente baratas (a diferencia de la tipología de
“planta abierta”, que nunca ha cumplido realmente las expectativas). Ellos
están por todos lados: edificios de usos múltiples que no están diseñados
estrictamente para ningún usuario en específico ni responden formalmente a
ninguna moda, y quizás lo más importante, a pesar de no distinguir un contexto
o un tejido urbano específico, trabajan en conjunto con otras escalas de la
ciudad, para lograr beneficios a pequeña y gran escala.
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