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La ciudad Colombiana. 03.07.2014


         Los libros sobre nuestras ciudades que nos dejó Jaques Aprile -Gniset,  editados por el Banco Popular, en 1991 y 1992, contienen muchas páginas de esclarecedores textos al respecto, junto con planos y gráficos, y donde se interpreta el origen de algunas ciudades colombianas como Barrancabermeja, Tuluá, El Cerrito, Villarrica o Puerto Tejada, y con amplios capítulos sobre Cali.
          Libros a los que hay que agregar diversos artículos sobre tan importante tema, como Los Pueblos de Negros Caucanos y la Fundación de Puerto Tejada. 1994, de la Colección de Autores Vallecaucanos. Muchos realizados junto con la arquitecta Gilma Mosquera, su compañera y colega (la preferida de su colección de mariposas, donada al INCIVA, como le dijo a Sylvia Patiño cuando la fotografiaba para Gaceta), como en Dos ensayos sobre la ciudad colombiana, 1978, publicado por la Universidad del Valle.
         Pero sin duda lo más sobresaliente es un conjunto de textos a partir de los cuales ha dado cuenta de los procesos de urbanización, y de la construcción de las ciudades del país, los cuales son considerados documentos imprescindibles para comprender las dinámicas que dan lugar a la conformación física y social tanto de nuestros pequeños poblados  como de las actuales grandes urbes.
         Desde los asentamientos diseñados bajo el modelo físico tradicional de trazado y emplazamiento junto a los ríos, sobre una meseta, modelo impuesto desde la colonia según la leyes de Indias  de Carlos V. Pero igualmente el de muchos pueblos campesinos que rompen las convenciones del modelo cuadriculado de la ciudad señorial, pues se trata de poblados de filo, que se alejan del plan para subir a la montaña. De estos, como lo comprobó Aprile -Gniset, hay cantidades en el Valle, Quindío y Risaralda, que se fundaron como consecuencia de la denominada colonización antioqueña. 
          Su tema fue la génesis de la ciudad colombiana, analizando en frente de los poblados campesinos sus historias, las que van cambiando hasta convertirse en ciudades marcadamente obreras, que se van configurando en gran medida a partir de los conflictos propios del proletariado.  Concluyendo, por ejemplo, en unos veinte” tipos” (como llama a los conquistadores) que arman su toldillo en un descampado, tumban los árboles y fundan a Cali. Ciudad en donde junto con Griseldino Carvajal, Edgar Vásquez, Margarita Pacheco y otros mas, estudió esos ejidos que Claudio Borrero ha defendido incansablemente.
         Había nacido en París hace muchos años; tantos, que según le dijo a Alberto Isaza Gil (10/11/ 2009), ya casi lo había olvidó.  Interesado por el arte y el diseño, terminó matriculado en el Instituto de Urbanismo de la Universidad de París, y a pesar de que se retiró sin graduarse, consiguió trabajar en urbanismo y diseño hasta principios de la década de 1960, cuando se vio tocado por el debate moral y político de la época, el colonialismo en África y Asia, y decidió irse en 1962.
         Después de estar unos años en África, llegó a Bogotá en 1966, a la Universidad Nacional, y después estuvo en la sede de Medellín. En 1975 fue invitado como profesor de tiempo completo en la entonces Facultad de Arquitectura de la  Universidad del Valle, la que le otorgó un grado honoris causa en arquitectura, en 1987. Aquí se quedó embelesado por el Pacifico chocoano hasta su muerte el domingo pasado.


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