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Ciudad Paraíso. 11.12.2019


Primero se demolió casi todo sin necesidad, desalojando a sus habitantes y borrando la memoria del lugar, y dejando durante un largo tiempo varias manzanas desoladas a pocas cuadras de la Plaza de Cayzedo, y luego de improvisar irresponsablemente en lo que respecta a usos y financiación, ahora se desperdicia la oportunidad de realizar un adecuado proyecto urbano arquitectónico que contribuya a volver el Centro ampliado de Cali una ciudad dentro de la ciudad fundamentalmente peatonal, que podría estar vinculada a las otras que urgentemente precisa Cali al Norte, Sur y Este por un nuevo eje urbano y regional a lo largo de la actual vía férrea y que ya ha sido propuesto.

Los vecinos del sector afectado se han venido quejando repetidamente y con toda la razón, concluyendo que: “Las políticas públicas que desconocen los aportes de los procesos de poblamiento popular a la construcción de ciudad y de ciudadanía violentan la vida urbana, las consecuencias que vemos son los desalojos masivos, la segregación y el consecuente deterioro de la convivencia social” como con toda razón y derecho lo escribe Fernando Pérez Quintero, presidente de la Veeduría Ciudadana del Barrio San Pascual para el proyecto de Ciudad Paraíso y presidente de la JAC del barrio, en una carta de diciembre de 2019 al alcalde electo de Cali Jorge Iván Ospina.


Después de que un nuevo alcalde presionado por las empresas constructoras de vivienda hace 40 años ignoró olímpicamente lo logrado por su antecesor y tiró a la basura el Plan de renovación urbana del sector El Hoyo-Piloto, de nuevo Cali está ad portas de perder otra buena oportunidad de renovar su Centro. Los objetivos de aquel plan eran aumentar el índice de construcción, la vivienda como uso principal, la peatonalización del sector, más áreas libres y la agilización del tránsito automotor (Revista Proa 300, 1981, p.13) objetivos aún más válidos ahora que la ciudad se extiende irresponsablemente al carecer de un área metropolitana que permita ordenarla de verdad.


Pero hacer edificios de 18 pisos para vivienda para estratos socioeconómicos bajos es un error tanto para los edificios y las calles como para sus potenciales habitantes, y además equivocados como se puede ver en la imagen que publicó El País (Así serán las primeras 750 viviendas en ‘Ciudad Paraíso’, 6/12/2019, p. B1). Serían viviendas que después de un séptimo piso sus habitantes dependerían de los ascensores, viviendo entre las nubes y separados de las calles a las que sin una plataforma de dos o tres pisos, y con los cuerpos verticales retrocedidos, se les dañaría su escala y perfil, además del peligro que representan las fachadas a plomo por los objetos que pueden caer.


Lo de Ciudad Paraíso tendría que haber sido un concurso internacional pero señalando a los participantes lo que advierte Deyan Sudjic: “Para conocer una ciudad hay que saber algo de la gente que vive en ella y de aquellos que la construyeron” (El lenguaje de las ciudades, 2016, p. 44) y no sobra recordar entonces lo dicho por el califa abasí al-Mutawwákil: “ahora sé que soy rey porque me he construido una ciudad para vivir” (citado por Eduardo Manzano Moreno en La corte del califa, 2019, p. 325) y subrayar que escasamente se sabe algo de los que han diseñado, que no proyectado, esta ciudad paraíso que como siguen las cosas no será ni lo uno ni lo otro y sí un futuro infierno.

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