Que no quieran entender
que la Terminal Sur tiene que estar al sur de la ciudad, como su nombre indica,
por ejemplo en donde se une la carretera a Puerto Tejada a la de Jamundí, y que
para que sea terminal no puede estar dentro de la ciudad, solo se puede
entender por la combinación fatal de presiones con ignorancia. O no entender
que para que sea un verdadero sistema integrado de transporte público, SITP,
desde el masivo al peatonal, hay que prever su conexión con un tren ligero, que
desde luego seria para el transporte de pasajeros y no de carga como se ha
dicho dejando en oscuro el (des) conocimiento de la movilidad en una
ciudad, de la que aun se escucha que es la de la ciudad como si se
tratara del terremoto de hace ocho días en México. O que no se entienda que hay
que verificar que no se vayan a encontrar restos arqueológicos, y sobre todo
que hay que proteger ese humedal del río Lili sobre el que pretenden
acuatizarla.
“Los
humedales son un elemento vital dentro del amplio mosaico de ecosistemas con
que cuenta el país y se constituyen, por su oferta de bienes y prestación de
servicios ambientales, en un renglón importante de la economía nacional,
regional y local. Dentro del ciclo hidrológico juegan un rol crítico en el
mantenimiento de la calidad ambiental y regulación hídrica de las cuencas
hidrográficas, estuarios y las aguas costeras, desarrollando, entre otras,
funciones de mitigación de impactos por inundaciones, absorción de
contaminantes, retención de sedimentos, recarga de acuíferos y proveyendo
hábitats para animales y plantas, incluyendo un numero representativo de
especies amenazadas y en vías de extinción” (Política Nacional para Humedales
Interiores de Colombia, Ministerio del Medio Ambiente, 2002).
Colombia forma parte de la Convención de Ramsar sobre los Humedales de
Importancia Internacional, un tratado intergubernamental para la acción
nacional y la cooperación mundial para la conservación y el uso racional de los
humedales y sus recursos. Y adoptó el Plan Estratégico de Ramsar 2016-2021,
como base para la implementación de la Convención en los próximos años, y como
si fuera poco es representante de la región de América Latina y el Caribe en el
Comité Permanente de Ramsar. Pero lo único que falta en Cali es que para
solucionar todo este atolladero del ya maltratado humedal del río Lili se rebautice la Terminal Sur como
Terminal Ramsar, como ya se hizo con la otra terminal del MIO, como no, llamada
Calima cuando era apenas una terminal de cabecera.
El caso es
que no se trata de cuatro pelagatos que les dio por protestar en contra del
progreso de la ciudad. “Progreso” que es justamente el causante de ese otro
cuento chino del cambio climático, como lo llaman los que creen que el Irma es
sólo una tía muy ventosa y que Katia y José deben ser sus primos y, con ojos
sólo para el pan y el circo, no se enteran de los estragos que juntos están
causando en el Caribe con sus vientos de casi 300 Km/h, siendo el huracán mas
fuerte y costoso de la historia. El caso es que el humedal El Cortijo del río
Lili es un serio asunto que concierne a todos, y de ahí que sea imperativo que
se entienda la relación que tienen Irma y el del Cortijo, y que la única verdad
es la realidad, como dijo Aristóteles, esa que como tantas otras aquí muchos
prefieren no mirar y dirán que si ya está tan destruido por los diques que han
hecho que mas da rematarlo.
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