Buena parte de los graves problemas de convivencia en nuestras ciudades, desde la violencia familiar a los accidentes de trafico pasando por las peleas entre vecinos, que matan mucho mas que nuestro conflicto armado, se debe, parcial o totalmente, a que aun no sabemos vivir en ciudades. Y casi todos los que nos deberían enseñar a hacerlo tampoco lo saben. Desde la policía que se pasa los semáforos en rojo hasta los alcaldes que no están preparados, pasando por los que trepan sus carros a los andenes y sin ningún pudor nos dan lecciones de vida en los medios, y que por supuesto creen que la cultura es apenas el folclor o las exposiciones de “señoras”. Hace años nos preocupábamos mucho que no hubiera analfabetas pero hoy no nos inquietamos nada de que no sepamos ser ciudadanos.
La razón es sencilla: después de la Independencia la propiedad del suelo urbano, que era de la Corona Española, es decir pública, se comenzó a privatizar, y, hace apenas medio siglo solo el 20% de los colombianos vivíamos en ciudades mientras hoy somos el 80%, lo que ha llevando a su acelerado crecimiento. De otro lado, la evolución tecnológica ha transformado tanto la vida urbana que muchos creen equivocadamente que ya es otra. Hecho agravado por que al menos la mitad de ese 60% de nuevos habitantes de nuestras grandes ciudades son emigrantes o desplazados con claras diferencias culturales. Sin embargo, ignorar que el uso de la ciudad en esencia es el mismo de hace varios miles de años, es justamente lo que lleva a los problemas actuales: la falta de respecto hacia los otros en el espacio urbano público.
Dados a la retórica social o económica, que oculta el desconocimiento histórico y técnico de las ciudades, nos cuesta aceptar que su estructura espacial tradicional es en extremo sencilla, y que por lo tanto su mejor uso individual y social también podría serlo. En ultimas se trata de compartir civilizadamente las calles, plazas y parques de la ciudad, y sus espacios comerciales y de ocio, y al tiempo tener un total respeto por las viviendas de los demás. De lo que se desprende que el maltrato de ese espacio urbano por excelencia que es la calle, y que fue el que definió las ciudades hace milenios, es lo que nos debería preocupar. Es en este espacio urbano y publico que se habita en una ciudad, y no apenas en los edificios, y por el se va de unos a otros, movilización que siempre comienza y termina caminando.
De ahí que la primera preocupación de nuestra ciudad debería ser en donde y como se localizan sostenible y contextualmente sus diferentes usos (planeación), y como se va placentera y eficientemente de unos a otros (movilización). El problema es que con la privatización de su suelo este ya no es solo para habitar o moverse por él, sino para hacer negocios sin importar los derechos adquiridos de los que ya residen allí, cosa que no pasaba cuando las ciudades crecían lentamente. Y algo similar sucedió cuando pasamos de caminar por las calles a tener que utilizar otros medios de transporte, lo que origino los andenes, y por eso olvidamos que son el componente mas importante del espacio urbano público. Aprendamos a usarlos, pero por supuesto primero hay que hacerlos, y diseñarlos sabiendo para que son.
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