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Léxico. 12.11.2009

            Muchos de los términos que los arquitectos usamos ahora no son precisos, no aparecen en el DRAE, o no son usados correctamente. Pero no se trata solo del buen uso del castellano si no de constatar que el árabe es el origen de muchísimos de estos  términos  como lo islámico lo es de nuestra arquitectura. Olvidarlos es desconocer sus raíces. El vocabulario actual de la arquitectura es tan reciente como la arquitectura moderna misma, e igualmente se ha trivializado.
Y muchos de los giros que hoy usamos, tomados de otras partes, los usamos por pura moda. Como llamar a las fachadas “pieles”, incluyendo a las que ni siquiera se comportan de manera similar; a los volúmenes “cajas”; o a los entresuelos “bandejas”. O columna a cualquier soporte pese a que en rigor lo son solo las clásicas. Y aun cuando ya casi no hay pilares, pues ya no hay bóvedas de crucería, si abundan los piederechos metálicos pero insistimos en decirles columnas.
“Quicio” no es lo mismo que “umbral” y nadie sabe que es la “peana” en una ventana.  “Terreno” es también el suelo sobre el que se levanta un edificio, pero “suelo” es igualmente su piso, y “piso” cada una de  sus plantas, y “planta” también designa su representación en un plano. Le decimos “losa” al soporte de un piso pese a que es solo una de sus variaciones, en lugar de “entresuelo” que es mejor que el “entrepiso” que a veces usamos pese a que es “un piso que se construye quitando parte de la altura de uno, entre este y el superior”.
 Indistintamente usamos “edificio” o “construcción”, que debería ser solo para lo que está en obra. Decimos “muro” pero también “pared”. O “escalón”, “peldaño” o “grada” y las nuestras son una escalera. Deberíamos volver al “hormigón”, que es una “mezcla compuesta de piedras menudas y mortero de cemento y arena” y no usar el “concreto” que nos impusieron los ingenieros que lo tomaron del ingles como el “parqueadero”. Y distinguir entre “material” que es de lo que está hecho un “componente”, que junto con otros, iguales o diferentes, constituye un “elemento”. Como arcilla, ladrillo y muro, respectivamente.
          “Abujardar” es lo correcto mientras que “abusardar”, que es como decimos, no existe. Y es una lastima pero debemos cambiar la muy popular y sonora pero mal usada “alfajía” por la correcta pero desconocida “albardilla. Aquella es un sinónimo de “alfarjía”, que es un “madero de sierra, por lo común de catorce centímetros de tabla y diez de canto, sin largo determinado, y que se emplea principalmente para cercos de puertas y ventanas”. Todo para designar castizamente el “caballete o tejadillo que se pone en los muros para que el agua de la lluvia no los penetre ni resbale por los paramentos”. 
Y hemos olvidado los términos de la historia de la arquitectura, pues ya no se necesitan. Como “pilón”, “cela”, “frontón”, “entablamento”, “pechina”, “cimborio”, “quebla”, “logia” o “espadaña”. Pero algunos neologismos  necesarios aún están en proceso de consolidación, como “sostenible” (que no es lo mismo que sustentable), “ecoeficiente” o “bioclimático”, e incluso el “verde” que se usa para designar todos los anteriores. Y está “proyectación”, que tampoco existe, pero necesario para diferenciar la arquitectura del diseño y la moda.

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