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Eco arquitectura. 21.05.2015


        Pertinente la columna de Andrés Hoyos (“Ecopragmatismo”, El Espectador, 12/05/ 2015) y como le dijo al autor de esta columna: “el urbanismo es hoy y será en el futuro una de las disciplinas claves a la hora de reducir la huella de carbono. El punto es que la tecnología aplicada a la construcción es clave, y debe combinar elementos tradicionales y novedosos.
      Mas el asunto es que, como anota Yubal Noah Harari (De animales a dioses, 2013, p. 41) “Cualquier cooperación humana a gran escala (ya sea un Estado moderno, una iglesia medieval, una ciudad antigua o una tribu arcaica) esta establecida sobre mitos comunes que sólo existen en la imaginación colectiva de la gente.”
          En este sentido, el patrimonio construido ha sido parte importante de las ciudades, pero su mito en las colombianas, en tanto una meta de difícil definición, se volvió el de reiterar un desarrollo, progreso o modernidad, que no lo eran y que ignoran la huella de carbono, cayendo en la simple moda que por supuesto no es algo sólo frívolo.
          Además son modas que cambiaron muy rápidamente antes de que esos Bienes de Interés Cultural, BIC, lograran pasar a ser parte de una imagen colectiva entre los muy nuevos habitantes de las ciudades que mas han crecido en el país, como es sobre todo el muy notorio caso de Cali a lo largo del siglo XX, y en las que el tema de su impacto sobre el medio ambiente no existe.
        Por eso ahora, mas que en constructos o teorías, hay que considerar en las ciudades  la huella del patrimonio construido, aprendiendo de el, mediante una ecología basada a su vez en el propósito de reducir la huella ecológica sobre el medio ambiente liberando cada vez mas a la naturaleza de la presión de la economía <www.ecomodernism.org>,  pero mediante una tecnología de punta y sobre todo pertinente.
       Una que considere que en el caso de los edificios, que son los mayores despilfarradores de agua y energía, en ciudades de clima cálido, cómo lograr hacer mas eficientes los sistemas de climatización activa, cuando sean estrictamente necesarios, mientras que en las de clima templado y sin estaciones, bastaría con que ayude a disponer mas eficientemente su climatización pasiva, en armonía con la naturaleza.
      Por ejemplo evitando con tejadillos el sol en las ventanas, y sobre los muros con aleros, que las cubiertas tengan buena inercia térmica, que los cerramientos dejan pasar la brisa, que se evacue el aire caliente mediante sifones térmicos y, finalmente, orientando bien los edificios en función de todo lo anterior.
        Lo venía haciendo la arquitectura tradicional del valle del río Cauca, que sí que era bioclimática, y cuya huella en la comarca insisten en retomar en clave pos moderna (posmodernista es otra cosa) algunos arquitectos sin caer en el mito de la arquitectura “verde” ni especular con ella, conscientes de las amenazas del cambio climático, las que ya se comienzan a sentir en el país en la segunda década del siglo XXI.
     Asuntos de los que deberían hablar los candidatos a la Alcaldía de Cali; del futuro de su urbanismo y su huella de carbono. Esa totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos directa o indirectamente por las ciudades, y cómo implementar una estrategia para su reducción a través de programas, públicos y privados, principiando por la técnica de la arquitectura de sus nuevos edificios.

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