El año pasado se comentaba en esta columna lo interesante que
puede ser ver a Cali desde el segundo piso de un bus turístico (City
Tour, 12/12/2013), y aunque se señalaba el
despropósito de no pasar por la Plaza de Caicedo en donde están nada menos que
la Catedral, el viejo Palacio Episcopal, el Palacio Nacional de Justicia
(abandonado) y a su lado el Edificio Otero, donde estuvo el antiguo Hotel
Europa (probablemente el primer edificio en la ciudad en utilizar cemento), ni por el Teatro Isaacs ni el Municipal.
Ni tampoco por la Capilla de San Antonio, sitio obligado para
mirar lo que quedó de Santiago de Cali, con el río a sus pies, casi seco en
este verano, pero mas contaminado (al que han propuesto dizque hacerle playas
abajo del CAM, cuya arena se llevaría la primera creciente), y al lado
izquierdo el bellísimo cerro de las Tres Cruces, conocido hoy como el de las 30
antenas, y a la derecha mas lejos, el de Cristo Rey, que no es del mismo escultor
del Corcovado de Rio de Janeiro, como afirman en el tour, sino del escultor italiano
Alideo Tazzioli Fontanini, de Pietrasanta, con un
hermano en Barranquilla que fue el constructor.
Pero lo que ya es vergonzoso son las bestialidades que toca oír
entre salsa y salsa, pues han confundido el bus turístico con una de esas
chivas escandalosas que recorren esta capital mundial del ruido. Entre las
perlas que se pueden oír están la de que la “explosión” de 1956 mató un millón
trecientas mil personas, es decir cerca de la mitad de la población actual de
la ciudad, o que la Asamblea del Departamento tiene 150 años, o algo así,
cuando evidentemente es de bien entrado el siglo XX .
Y sería pedirle peras al olmo que no hablen de
las casas coloniales de la Cr. 4ª, cuando son apenas de tradición colonial pues
son de mediados del siglo XIX. Pero lo que ya es como un chiste es decir que la
anterior sede de la FES es “moderno medieval”; hasta Rogelio Salmona, su arquitecto
(con Pedro Mejía, Jaime Vélez y Raúl H. Ortiz) se habría sonreído, pues lo
habría podido insinuar el historiador de la arquitectura Kenneth Frampton, quien dijo de la Casa de los Huéspedes de
Colombia, en Cartagena, que era como el Kimbell Museum, en Fort Worth, pero
mejor; aunque no lo escribió.
Se recomendaba en la columna de
marras que el Alcalde, los Concejales, el Secretario de
Tránsito y el de Planeación deberían tomar el bus turístico para que vieran el
despelote de la ciudad pero seguro sería inútil. Y por supuesto a la Secretaria
de Cultura y Turismo tampoco les diría nada saber que el Colegio de San Luis,
donde funciona ahora la Asamblea, inaugurado en 1927
y salvado a último momento de la demolición en 1994, es una construcción moderna
vestida con formas historicistas.
Se ha dicho de edificios como éste que son
"eclécticos", pero hay que precisar que no pasan de ser malas versiones
anacrónicas de los estilos históricos pese a que en el centro tradicional de la
ciudad sean sus más "bellos" e "importantes" edificios. El
colegio lo diseñó y construyó el ingeniero catalán José Sacasas Munné
(Barcelona 1885-1942) con cemento importado de Dinamarca, y para reforzar sus
cimientos se utilizaron los rieles del antiguo tranvía que unía a la ciudad con
Puerto Mallarino, sobre el río Cauca (Edgar Vásquez: Historia del desarrollo urbano en Cali, 1980).
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