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Atravesados. 21.08.2014


Desde la primera vez que en esta columna se tocó el tema del tránsito en la ciudad (Manejar en Cali, 24/08/1998)  las cosas han mejorado algo con los carriles obligatorios de Hadad y las foto multas. Pero la realidad es que ahora atraviesa un mal momento con los problemas del MIO, el aumento del parque automotor, y la carencia de un Plan Vial que no puede existir sino como la otra cara de un Plan Urbano para Cali, su área metropolitana y su región, el que no existe aun sin que se sepa bien qué o quiénes se le han atravesado.
Para rematar, los conductores, sobretodo los de los taxis, son cada vez mas atravesados y conducen con mal carácter cuando no con mala intención. No siguen derecho los carriles,  atraviesan varios oblicuamente en lugar de hacer el respectivo entrecruzamiento de uno a otro y muchos ni siquiera saben de qué se trata esta maniobra. Y cuando el vehículo que va adelante en otro carril pone sus luces direccionales para hacerlo, aceleran y pintan con rabia como si se les estuviera atravesando. O paran por cualquier motivo, en cualquier parte, atravesándose como un palo en la calle impidiendo el paso.
Al fin y al cabo muchos manejan de manera disparatada, incongruente o confusa, pues están acostumbrados ancestralmente  a atravesar el monte o el camino para cruzar el campo de una parte a otra. Y como en las ciudades convirtieron las plazas en parques, ya no las hay para atravesarlas caminando y sentirse en una de verdad, como dice Edward Glaeser (El triunfo de las ciudades, 2011), y a los peatones no le queda sino caminar por las calzadas y cruzar las calles por cualquier parte atravesándoseles a los carros.
            Como se dijo en la columna de marras, el hecho es que en Cali la mayoría de los que manejan no saben conducir, nadie se los ha enseñado técnicamente y tampoco se sabe que es lo que habría que enseñar, pues en Colombia se atraviesan indiscriminadamente uno a otro el modelo norteamericano y el europeo, incompletos por lo demás, y con no pocas invenciones parroquiales. Amen de usos ya comprobadamente inconvenientes desde hace años como poner en el mismo sentido las vías de doble calzada y que ya solo existen aquí.
De hecho, si alguien trata de conducir aquí conforme a reglas y usos internacionales, simplemente no llega a la esquina de tantas maniobras atravesadas y tantos conductores atravesados. Ya ni siquiera se les puede decir choferes, pese a que el DRAE dice que chófer o chofer (Del fr. chauffeur) es una persona que, por oficio, conduce un automóvil, mientras que conductor es el que “conduce” (Del lat. conducĕre), llevar, transportar de una parte a otra. Aunque en España si es también el que “guía un vehículo automóvil”.
Ese es el problema: aquí creemos que cambiando las palabras cambian las cosas cuando lo que se precisa es enderezarlas para que no se atraviesen. Como recuperar la ortogonalidad de la malla vial y los semáforos sincronizados para que calles, ciclovías y andenes tengan continuidad. Atravesársele a los contratistas que prefieren los puentes por el negocio que son, y a la mentalidad pueblerina de los que creen que eso es “cambiarle la cara a la ciudad”. Y enseñarle a los caleños a manejar: lo hacen de nuevo los suecos y eso que es el país con menos accidentes de tránsito en el mundo (El Espectador, 27/05/2014).


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