En Centroamérica
y el norte de Suramérica se presentan múltiples paisajes tropicales dependiendo
del clima, el relieve y la vegetación. A continuación, el paisaje en los ejemplos
de arquitectura en el trópico templado y húmedo mencionados en columnas
anteriores: tres casas aisladas
cerca de la ciudad, un pequeño condominio de seis viviendas en un suburbio al
sur, un edificio pequeño de siete apartamentos, la remodelación de cuatro casas
en un barrio tradicional, y, junto al centro de Cali, un área verde muy grande
y un muy bello paisaje.
Es de nuevo el Parque del Acueducto que junto con el del
Mirador de Belalcazar y el de la Colina de San Antonio, y atrás la alta
cordillera, conforman el fondo del paisaje urbano de este sector de la ciudad,
y ellos mismos son todo un paisaje por su relieve y vegetación, y cuyo clima
cálido y suelo sombreado por su densa y variada vegetación, permite disfrutar
sus subidas y bajadas hasta por las noches y a lo largo de todo el año. Y que
bueno que además de unirlos por encima de la Circunvalación, en la parte mas
baja del Parque del acueducto se dispusiera un pequeño embalse y un estanque en
el de la Colina de San Antonio para recoger el agua de las lluvias.
Por lo contrario, en el tradicional
barrio de San Antonio, abajo de dichos parques y muy cerca al Centro de la
ciudad, el paisaje está es adentro de las casas, en sus tradicionales patios. Como
en cada una de las cuatro que han sido remodeladas en los últimos años, acertadamente
en la medida en que ante todo se conservaron sus paisajes: es decir, sus
patios, en los que siempre esta presente el infinito paisaje del cielo y se
mueven lentamente las sombras que en ellos marca el paso del Sol o cada 28 días
el de la Luna llena, variando el paisaje.
En Miraflores, el pequeño edificio del
que ya se ha hablado, disfruta de una vista a un paisaje de 360 grados hacia
Cristo Rey, los Farallones, el Nevado del Huila (cundo las nubes lo dejan ver),
el ancho y lago valle del río Cauca, el Centro de la ciudad y el Cerro de las
Tres Cruces, junto con los árboles de la calle que se ven al llegar y los
pequeños patios del piso mas bajo al
otro lado. Para qué más... aunque desde luego no faltan los que prefieren ver
paisajes en la televisión incluyendo los propios que no miran aunque los tengan
enfrente.
Camino a Buenaventura, el cuarto
ejemplo son las tres casas de fin de semana, dos a este lado de la alta y verde
cordillera desde las que mirando bien se puede percibir la cordillera Central
al otro lado del valle del río Cauca, y desde la otra el paisaje de las laderas que bajan al mar Pacifico, y que
permiten imaginárselo. En esta cordillera para cada lado que se mire el paisaje
cambia, lo mismo que desaparece cuando baja la niebla o que queda inmerso en
ella. El Sol sale y se oculta varias veces al día, y la Luna mágica que de
pronto esta encima.
Y al sur de la ciudad, en el pequeño
condominio también ya mencionado, su bello y muy verde espacio común de acceso
apunta al paisaje de la Cordillera Occidental, justo enfrente de los Farallones
de Cali. Es todo un homenaje a este bellísimo paisaje que pese a estar en el
escudo de la ciudad poco lo disfrutan los caleños ya que casi siempre está
inmerso entre las nubes, lo que obliga a estar atento para disfrutarlo cuando
el cielo se despeja. En conclusión, en las ciudades andinas hay que mirar sus
bellos y variados paisajes hacia arriba y no apenas al frente.
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