Este “aceite de roca”, un recurso natural no renovable,
es actualmente, junto con el carbón, la principal fuente de energía -y contaminación- en los países desarrollados. Energía usada en ellos, la mitad o más, principalmente para la
climatización e iluminación de edificios (S. y S. Behling: Sol
Power , 1996). Y el petróleo, además, movía
hasta hace poco casi todos los vehículos, pues la aparición de los motores de
combustión interna abrió de inmediato nuevas perspectivas a su utilización,
sobre todo la de uno de sus derivados, la gasolina,
que hasta entonces había sido desechada al no encontrársele ninguna aplicación
práctica.
Como dice André Gorz (La ideología social del automóvil, Le Sauvage, 1973), los magnates del petróleo fueron los
primeros en darse cuenta del partido que le podrían sacar al automóvil pues se
podría vender la energía necesaria para su propulsión a una gran cantidad de
gente. Tendrían tantos clientes como automovilistas, y como por cada uno habría
una familia, el pueblo entero sería cliente de los petroleros. Una situación
soñada por todo capitalista, como sostiene Gorz, estaba a punto de convertirse
en realidad: todos dependerían, para satisfacer sus necesidades cotidianas, de
una mercancía cuyo monopolio lo tenia una sola industria, la del petróleo.
Lo único
que hacía falta era lograr que todos pudieran adquirir automóviles, para lo que
bastaría con bajar su precio mediante su producción en masa y el montaje en
cadena, y la promesa del privilegio de
circular, como los ricos y los
burgueses, más rápido que los demás. Y muchos de los que podían se
apresuraron a comprar carro, símbolo de su nueva posición en la sociedad, sin
darse cuenta de que los estaban manipulando, hasta que advirtieron con
frustración que se habían endeudado y que los demás también tenían acceso a
carros de segunda, no quedando mas opción que comprar mas carros, mas veloces,
mas grandes y mas costosos. Como se ve en Cali hoy en día.
Pero
cuando todo el mundo pretendió circular a la velocidad privilegiada de los
burgueses ricos, el resultado fue que la velocidad del tránsito vehicular en la
ciudad cayó por debajo de la de los coches y
caballos de antes, y ahora en las horas pico el promedio en las
carreteras está por debajo de la rapidez de un ciclista, y la de las calles de
las ciudades grandes por debajo de la de un peatón. Incluso cuando los andenes
son tan deficientes como hoy en Cali, y desde luego iríamos mas rápido, seguros
y agradablemente si fueran llanos, amplios, arborizados y sin carros
estacionados en ellos, y con pasos peatonales, pompeyanos o semaforizados, en
las esquinas.
Aun
con nuevos yacimientos y técnicas, las reservas de petróleo durarán unas pocas
décadas pues el consumo mundial se ha
elevado, ya que a Estados Unidos
pronto lo alcanzaran China, India y Brasil.
Además llegó el momento de hacer cambios fundamentales, pues muchos estudios
dicen que para mediados del siglo XXI se debe reducir al menos en un 60% las emisiones de gases de efecto invernadero,
para tratar de evitar el cambio climático (BBCmundo.com). Eso
significa mas arquitectura bioclimática, y usar menos gasolina en carros, es decir: transporte
colectivo eléctrico, a gas o hidrógeno, bicicletas, comunes y eléctricas, y,
como siempre, caminar.
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